Cuando llegué a Ceuta me quedé gratamente sorprendido. Qué
paz en el aire, qué olor a mar, qué gente más tranquila, qué
atentos, qué amabilidad…. En la oficina de empleo, en la
Seguridad Social, en el centro médico, la Policía, la
Guardia Civil, en los bacos, en los bares, en las tiendas y
en todos los lugares la gente te trataba con respeto y de tú
a tú, como si te conocieran de siempre.
Pocos mendigos por las calles, pocos robos y tirones de
bolsos, no hay barrios de prostitutas ni porno shows, no hay
clubes de alterne, ni cines pornográficos. Sí que vi hindúes
y africanos de color paseando por sus calles como unos
ceutíes más. Ni que decir que la hospitalidad ceutí está a
flor de piel en los emigrantes. Toda Ceuta se vuelca en este
menester cotdiano de socorro y acogida a los necesitados.
Tan tranquilos, como aquellos que son sabedores de
encontrarse en buenas manos, los emigrantes miran los
escaparates de las tiendas. De no ser el idioma creerían
estar entre amigos, entre familia, cerca de sus casas.
Esta ciudad compacta, limpia y bien estructurada que te
absorbe y a la vez te eleva al horizonte desde el paseo
marítimo, en el cual sueñan los emigrantes días mejores
cuando ven salir los barcos, es callada y coqueta, humilde y
generosa, fiel reflejo de sus gentes. Quedé también
sorprendido cuando entré a un edificio en el cual había
ascensor. El conserje te recibe confiado y te facilita
información sin duda. En el ascensor los vecinos te saludan
y comparten diálogo contigo, no como en otros lugares en los
que las personas miran absortas a otro lado rechazando
incluso una mirada.
En verdad esta gente se deja querer, cosa esta que no es
difícil si eres buena persona. Nadie te pregunta en Ceuta si
eres rico o pobre, si de esta religión o de la otra.
Difícilmente se ven en las calles reuniones numerosas de
hombres o mujeres cotilleando y hablando mal de unos u
otros, cada cual a sus asuntos y todos por la paz y la
pacífica convivencia. Inclusive a los judíos no les mira de
manera rara ni se habla de ellos a sus espaldas.
Cuesta creer que en un comercio uno de los empleados le diga
a un marroquí que mendiga ayuda en la puerta del mismo
‘Toma, vete al banco y cambias 500 euros’, o que una mujer
con el carro lleno a rebosar le diga ‘Llévate esto a mi casa
y me esperas allí’. Ciertamente, si no lo veo no me lo creo,
pero es cierto.
Enhorabuena a todos, director, médicos y enfermeras del
Hospital de la Cruz Roja, que atiende igual que a todos los
ceutíes que a los magrebíes del otro lado de la frontera,
aún sin tener tarjeta sanitaria.
Sin lugar a dudas es un ejemplo de hermandad entre los
pueblos y las naciones, pero como casi siempre ocurre, lo
bueno y bien hecho no es importante, no vende. La gente de
Ceuta es amable y sencilla, no se da importancia pese a
tener dones que otra gente envidiaría pese a tener una
economía saneada y un oficio estable. Yo me pregunté: ¿Por
qué hay tanta gente buena aquí?. Y saqué la conclusión
siguiente: el 50% marroquíes, el 50% ceutíes, de los cuales
el 80% vota al Partido Popular, gente igual que mayoría de
musulmanes temerosos de Dios y ávidos de ayudar al prójimo.
Que sí pueden existir algunas diferencias entre los unos y
los otros, pero no deja de ser eso, deferencias que la buena
voluntad y el saber hacer de musulmanes y cristianos anulan
y solventan, nadie es perfecto y a veces se tiene que pagar
un pequeño precio por vivir en un lugar tan bonito y
sugerente como es Ceuta.
Testimonio de futuro es la plaza nueva, moderna y atrevida
que desafía a los visitantes para que reflexionen y saquen
conclusiones de que el Partido Popular no quiere que Ceuta
quede estancada y sujeta a tiempos pasados, de que apuesta
por el futuro, y como muestra dejo un gran y valioso
testimonio.
En Ceuta casi todo funciona bien: hospitales, autobuses,
juzgado, gobierno, Extranjería, Ayuntamiento… Hasta la
oficina de empleo, que en la mayoría de las ciudades está
saturada, aquí funciona.
Espero y deseo que sigáis así, tal cual sois, y no cambiéis
por influencia de la gente mala. Que Dios y Alá os bendiga.
Paz, amor y prosperidad.
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