Por partes y matizando, que es
gerundio. Para nada me importa reconocer, a veces, un toque
panteísta a mi modelo de pensamiento, de donde se deriva un
radical respeto al entorno que me rodea. En una ciudad tan
polarizadamente teísta como es Ceuta, no está de más separar
tres niveles de interpretación del hecho religioso: primero,
la idea de Dios en sí; segundo, la fenomenología de la
religión; tercero, las religiones instituídas.
Retomando tras esta disgresión el título, vayan estas líneas
de recuerdo al Dios del Viento griego y a su isla flotante,
Eolia, en la que vivía con sus doce hijos controlando a los
vientos (dioses menores) que, liberados, podían ocasionar
grandes desastres en el cielo, la tierra y las aguas. Si en
su momento y siguiendo la mitología Eolo no tuvo empacho
interviniendo en asuntos humanos (bien impidiendo a Eneas
desembarcar en Troya, bien insuflando un viento favorable a
los personajes de la Odisea), con el desarrollo de las
fuerzas de producción el viento fue impulsando el desarrollo
social y económico de la humanidad: ora impulsando las velas
de las naves, ora moviendo las aspas de los molinos, que si
manchegos fueren bien ficieron al Caballero de la Triste
Figura confundirlos con gigantes, por mas que el escudero
Sancho porfiáse advirtiendo del error.
Tras el chantaje árabe a Occidente en la crisis de 1973, el
mundo libre (bueno, más o menos) empezó a buscar nuevas
fuentes de energía, explorando las posibilidades de la
nuclear (fisión y fusión) y las renovables, de las que la
eólica (junto a la solar, activa y pasiva) se ha ido
posicionando escalando los primeros puestos. Así y según
recientes datos facilitados por la revista conservacionista
“WorldWatch” y el sindicato CCOO, la producción de
aerogeneradores en España ha logrado, en el último año,
evitar 16 millones de toneladas de emisión de gases,
reduciendo el efecto invernadero por vez primera en años en
un 4,1%. No está nada mal.
¿Energía limpia?. Sin duda, aunque como toda actividad
antrópica tiene su impacto ambiental, siendo el más
destacado la generación de ruido pudiendo, en determinados
ámbitos, afectar a las migraciones de aves.
Pese a todo, el viejo dios Eolo es un notable avance. Por
eso y contando con rigurosos estudios previos de impacto
ambiental no se entiende que determinados neoseñoritos, muy
progres y de izquierdas ellos, se posicionen radicalmente en
su contra: en Ceuta o en Los Oscos de Asturias.
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