Quien conoce Granada,
irremediablemente, la sueña y quien, como yo, tuvo el
privilegio de prolongar durante cinco años su adolescencia
estudiando una carrera universitaria en los felices setenta
en esa ciudad, la sueña aún más y la añora profundamente tal
como era, que no tal como es en la actualidad.
Y me viene el “Dame limosna mujer, que no hay en la tierra
nada, como la pena de ser, ciego en Granada” cuando leo que
quieren hacer del barrio del Príncipe un remedo del Albaycín.
Aunque espero que sea del Albaycín años setenta cuando,
cualquier estudiante de atracón nocturno, podía pasear a las
cuatro de la mañana desde la calle Real hasta el mirador
sobre la Alhambra donde culmina el paseo de los tristes,
llamado también carrera del Darro. “El río Guadalquivir, va
entre naranjos y olivos. Los dos ríos de Granada, pasan de
la nieve al trigo”.
Hay magia en Granada, pese a los tiburones inmobiliarios, el
crecimiento desmedido de la ciudad y a la inseguridad
ciudadana. Por mucho que se luche para atajar la
delincuencia y pusieran en su día señales alertando sobre
los ladrones, porque, una ciudad insegura y con focos de
marginalidad espanta a los turistas, eso es un fenómeno
evidente. Sueño Granada y me parece atractivo el titular de
prensa de ayer proponiendo una embajada de la ciudad del
Zacatín en el corazón de Ceuta.
Eso sí, hay que añadir los flecos de las cuevas del
Sacromonte y la zambra, del cobre bruñido y de los guiris
extasiados ante faralaes, tientos y peteneras,¡Ay!
Disculpen, peteneras no, que es el baile de los muertos y
tiene sones de esa nana que, los creyentes, decimos que
cantan las estrellas, cuando sube a la luz un niño, sea
muerto de pequeñito, sea abortado, que es igual pena para el
Universo.
Dejo las peteneras y me apunto a las bulerías. ¿Gusta el
flamenqueo en Ceuta? Seguro que sí, porque la gente es muy
mariana y rociera “La virgen del Rocío, no es obra humana,
que bajó de los cielos, una mañana. Eso sería, para ser
reina y Madre de Andalucía” Y como Ceuta (crisol de todas
las culturas excepto la calorra) es meridional y arquetípica
y encima tiene apuntado a un escultor de puta madre, que es
un genio y hace unas obras mitológicas que quitan el sentido
y dejan sin aliento, del arte que tienen, los faralaes, los
caireles de plata fina, la saeta doliente, el ser cofradiero,
son arquetipos mamados y asumidos genéticamente.
Y si, encima dejan el Príncipe como la nácar, promueven la
artesanía para atraer a los cruceristas de postín, el
asociacionismo vecinal funciona y se controla cualquier
atisbo de inseguridad con patrullas vecinales, el lugar
puede convertirse en foco de atracción. Como cualquier
rincón de nuestra geografía Ibérica puede ser atractivo si
se encuentra limpio, cuidado, con vecinos atentos a los
jardines, patrullado y con los delincuentes espamploneados a
manguerazos que, es como se llama en Europa al estilo
Sarkozy que hace furor en el continente. ¿Qué gruñen? ¿Qué
lo mejor sería volver a formar al Somatén? Bueno, histórico
es el tema y de recia raigambre también, con los somatenes
pasa como con los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado,
que ves a un guardia y se te esponja el corazón de alivio.
Cualquier bien nacido que de la cara para protegernos merece
auténtica veneración ¿Qué dicen? ¿Qué hay quienes no pueden
ver a la Policía ni a los Picoletos? Porque o bien, algo
malo andarán tramando o son directamente delincuentes.
Porque “Es de ser bien nacidos el ser agradecidos” Y si no
nos han comido ya los malos es porque ellos protegen tanto a
los buenos como a los mejores, entre quienes me incluyo, al
ser persona de orden y de vergüenza. Pero, filosofías
aparte, cualquier proyecto factible que sea ilusionante para
la ciudadanía es como Dios manda, será que Dios manda en
todo lo bueno y lo bello del Universo. Y en Granada. Y en el
Príncipe.
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