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OPINIÓN - MARTES, 24 DE ABRIL DE 2007

 

OPINIÓN / SNIPER

Casablanca sin Bogart
 


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

La populosa ciudad amanecía, anteayer domingo, tranquila y distendida. Por el paseo de la “Corniche”, al lado del mar, la gente iba y venía disfrutando de una mañana primaveral, con las terrazas atestadas de gente. Las calles y avenidas de la ciudad para nada translucían el agobio homicida de hace días pero, como todos confesaban, “la procesión va por dentro”. La realidad, admitida a regañadientes, es que el Reino de Marruecos se siente atacado desde dentro, especulándose con la porosidad de las fronteras subsaharianas que permiten, fácilmente, la infiltración de células terroristas. La tempestad ha amainado, pero parece que las bajas presiones se mantendrán largo tiempo. Aunque escampe el mal tiempo sigue presente y, lo peor, aun está por llegar.

Uno de los paseos que más disfruto en Casablanca es el de la larga avenida “Moulay Youssef” (escribámoslo de forma afrancesada), que partiendo del centro de la ciudad alcanza la costa a la altura de la majestuosa mezquita que, hendiendo el Atlántico, fue levantada por Hassán II. Sus cuidados jardines, flanqueados por estilizadas palmeras, ponen un punto de belleza y frescor en el recorrido. Precisamente en el mismo se encuentra el Consulado y centro cultural americano, así como una escuela francesa de educación primaria. Naturalmente no quedaba rastro material alguno del frustrado atentado terrorista, aun cuando el presente e inmediato futuro podía percibirse en las medidas de seguridad adoptadas en las inmediaciones: varios cuerpos policiales, desde la policía a las Fuerzas Auxiliares, prestaban vigilancia en las instalaciones, que aparecían con su perímetro acotado por una interminable sucesión de vallas metálicas que dificultaban el acceso. Todas las precauciones son pocas.

La vuelta hasta Tetuán fue un paseo, al menos hasta el cruce de Larache, pues desde allí a la ciudad del Dersa el trayecto se enrevesa, tanto que si no fuera por las obras de Oued R´mel me permitiría sugerirle a los lectores que tuvieran oportuno hacer el viaje a Casablanca desde Ceuta, subir antes a Tánger: desde allí y por la autopista el viaje es un paseo. También se ha acortado la distancia desde Marraquech a Casablanca, cuyo tramo se hace ahora volado: “Se puede ir y venir muy bien en el día”, me señalan. Podría contarles bastantes cosas más del crecimiento diacrónico de Marruecos, nuestro vecino del sur, que seguramente sorprendería a bastantes ceutíes. Porque, créanme, cuanto antes se quiten la interesada mirada de y desde El Tarajal, mejor. Para todos. Y sobre todo, amigos, no se engañen a sí mismos.
 

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