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OPINIÓN - MARTES, 24 DE ABRIL DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Tragar sapos
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

En mi vida... y otras más, una joya de libro donde el eminente urólogo Antonio Puigvert cuenta los recuerdos de su existencia, más de una vez he leído la siguiente anécdota.

En unos de sus viajes a Madrid, el doctor Puigvert tuvo ocasión de conocer al catedrático de Derecho Civil don Blas Pérez González, que era en aquel entonces ministro de la Gobernación. Un entonces entre los años 40 y 50. Pasado el tiempo, y cumpliendo ambos personajes con la costumbre de dar grandes paseos por el Rastro, saboreando el placer de las antigüedades que despertaban muchas ilusiones en ellos, el ex ministro de Franco le habló de que los consejos de ministros eran siempre de larga duración. Hasta el punto de que los ministros tenían que ausentarse con la excusa de ir al lavabo para poder fumar un cigarrillo al igual que en sus mejores y más remotas épocas colegiales.

En otra ocasión, dice el reputado urólogo catalán, que el ex ministro le contó una curiosa escena que le había sucedido a él con el Jefe del Estado. Era la época de las restricciones de gasolina derivadas del bloqueo económico mundial al regímen español. Don Blas obtuvo una lista nominal de los usuarios de 4.600 vehículos oficiales destinados al servicio familiar de personajes con cargo oficial. Y se la mostró a Franco, con la información de miles de litros de gasolina que aquellos coches dispendiaban.

El jefe de Estado la revisó con minuciosidad, informándose a fondo. Luego le dijo simplemente:

-De esto ya hablaremos otro día.

Como quiera que ese “otro día” no llegaba, Blas Pérez, pasado un tiempo que consideró prudencial, volvió al Pardo a plantear el tema.

Franco después de revisar la lista de nuevo le respondió:

-Guárdese usted la lista; sólo conseguirá hacerme 4.600 enemigos más. No interesa.

A raíz de su cese ministerial, continúa contando Puigvert, Blas Pérez no solicitó, ni recibió, ninguna de las habituales prebendas con las que se agradecían a los ex ministros “los servicios prestados”.

También yo he relatado, cuando se ha encartado, lo que sigue: en el año de 1961, cumpliendo mi servicio militar en el ministerio de Marina, en la planta correspondiente al despacho del ministro Felipe José Abárzuza y Oliva, se sabía que éste bien pudo caer en desgracia ante Franco por haber insistido en recordarle los cuantiosos gastos que se daban en el Parque Móvil de Arturo Soria. Originados por un uso abusivo de los vehículos en misiones que nada tenían que ver con las que debían desempeñar. Eso y alguno deslices, por ser monárquico confeso, cometidos en Grecia, durante la boda del entonces Príncipe Juan Carlos con doña Sofía y a la que asistió en representación del Gobierno español, hicieron posible que dos meses más tarde se presentara el motorista del Pardo con el clásico mensaje: “Gracias por los servicios prestados y desaloje el ministerio a la mayor brevedad”.

Los tiempos han cambiado Aunque no tanto como para tirar cohetes. Puesto que todavía hay gobernantes dispuestos a tragarse sapos todos los días con tal de no echarse encima a una clientela heredada por medio de miembros destacados de un gobierno anterior. Me refiero, por poner un ejemplo, a la situación privilegiada que vienen gozando en el PP muchas personas que en su momento destacaron por proclamar que el Partido Independiente Liberal estaba hecho a la medida de esta ciudad. Venían a decir, más o menos, que los ceutíes debían estar agradecidos a la existencia de un GIL que llegaba a sacar Ceuta de la ruina en la cual estaba inmersa. Cualquiera que ose recordarle ese pasaje a los dirigentes del PP, seguro que será mirado con desconfianza e inquina.
 

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