A lo que parece debí ganarme la
cebada, pues al final y en excelente compañía fui invitado a
degustar un sabroso atún regado con vino “halal”, quiero
decir cosechado en este hermoso país desde el que ahora les
escribo: Marruecos. Cenando, José María con su prodigiosa
memoria nos larga una recitación asturiana de unos quince
minutos de duración, mientras entre trago y trago los demás
adobamos la conversación con mil y una ocurrencias,
compartiendo recuerdos sobre amigos y conocidos ausentes.
Estrella, al tanto de todo, llama la atención sobre alguno
de los comensales presentes en otra mesa, incorporando a la
nuestra nada menos que a Mohamed Sibari, ex profesor del
centro y actual secretario general de la “Asociación de
Escritores Marroquíes en Lengua Española” (AEMLE), quien
además de amenizar la velada tiene el grato detalle -que le
agradezco vivamente- de dedicarme una de sus últimas
publicaciones, finamente irónica y que me permito sugerirles
(a mí me ha divertido mucho): “El babuchazo”.
Uno de los puntos comentados a lo largo de la cena fue mi
intervención sobre el origen de los baños árabes (los
populares “hammam”), de los que en Ceuta -les digo- se
conserva, afortunadamente rehabilitado, un excelente modelo.
Comento la posibilidad de conseguir el vídeo sobre uno de
los mejores ejemplos conservados, no solo en España, de su
antecedente: las termas romanas de Gijón. Ahora que tanto se
habla de “revisar la historia” (¡adelante!) y contando con
el gusto de nuestros amigos y vecinos marroquíes por “volver
al pasado” (¡volvamos!), la huella romanizada -en las ruinas
de Lixus quedan también algunos restos de termas- de nuestra
historia compartida puede constituir también un excelente
ejemplo para el reencuentro cultural. Digo.
Antes de tumbarme en un merecido descanso, no sin antes
agradecer a mis anfitriones sus atenciones, lamenté
profundamente no poder quedarme mañana a escuchar la
conferencia “Recuerdos y semblanzas de Larache” del doctor
José Edery, destacadísimo miembro de la comunidad sefardí y
prestigioso profesional de la medicina, quién posiblemente
salvara la vida del actual Rey de España en una delicada
intervención quirúrgica, hace muchos años ha… en Tánger. ¡Ah
la intrahistoria, cuanto nos podía contar!.
Salgo del hotel “España” dándole las más expresivas gracias
a una linda y gentil Sherezade, gracias a la cual amigos
pude enviarles el otro día esta columna, escrita a salto de
mata por aquí y por acullá. ¿Casablanca?: tranquila y
sosegada después de la “tormenta”. Desde ahí les escribo.
Mañana les cuento.
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