Nada le sienta peor, a algunos que
juegan a ser políticos, y digo juegan, porque de político y
de política no entienden una papa, que quedarse fuera de una
lista en la que, presumiblemente, iban a ir.
No quiero contarte, serrana del alma mía, cómo se han puesto
algunos de estos personajillos cuando sus nombres no han
aparecido en la lista de sus amores. Han largado lo que no
está escrito, contra su partido y, por supuesto, contra los
encargados de hacer esas listas. Menos bonitos le han dicho
de todo. Y que conste, en acta, que estoy diciendo esto
porque han sido varios de ellos los que han venido a
contarme cosas y más cosas, de los personajes encargados de
realizar esas listas.
Algunos de ellos han coincidido al contarme que han sido
objetos de una tomadura de pelo puesto que se les había
prometido, por activa y por pasiva, que formarían parte de
esas listas y, además, con buenos números, pero al llegar la
hora de la verdad, han comprobado que todo ha sido una
mentira para tenerlos entretenidos y con la boca cerrada.
A servidor nada, de todo esto, le coge de sorpresa, son los
arrebatos en caliente de todos los que creen haber sido
engañados y desean vengarse, cuanto antes, de quienes ellos
creen ser los culpables de tales engaños, Aquellos que los
“engatusaron” comiéndoles, como dicen ahora los chavales, el
coco con buenas palabritas y los correspondientes golpecitos
en las espadas que, como es sabido, produce un gran efectos
entre aquellos a los que hay que llevarse al “huerto” para
evitar creen problemas.
El problema que tienen, todos ellos, es que en caliente le
dicen a usted lo que deben decir y lo que no deben decir, la
cosa es facilitarle material, al periodista, para que tenga
tema donde machacar a los que, según su saber y entender,
los han engañados.
Hasta ahí todo es perfecto, lo malo que tiene el asunto,
para ese periodista que se deje llevar por esos momentos es
que, en la mayoría de las ocasiones, esos mismos que
vinieron a contarle cosas, lo dejan con el trasero al aire,
pues donde dijeron digo, resulta que dijeron Diego.
Uno curtido en mil batallas, en estos asuntos de cabrero
generalizado y deseos de venganza, ha escuchado a todos los
que han venido a contarme sus penas y la tomadura de pelo a
que les han tenido sometidos aquellos en quienes confiaban.
Les he escuchado, a todos, con la máxima atención, guardando
en el disco duro de mi cerebro todo cuanto me han contado.
La educación ante todo, hay que escuchar a todo el mundo,
pero sin dejarse llevar por ese revanchismo de todos ellos,
analizando las cosas con tranquilidad y averiguando,
personalmente y en persona, cuanto de verdad hay en lo que
me han contado para, si es menester, lanzarlo en el momento
oportuno.
Sin precipitación alguna y esperando que, con el paso del
tiempo, todos ellos estén dispuestos a mantener cuanto me
han contado. Las cosas no se cuentan de igual forma en
caliente que, después, de pensarlo dos veces. Y, la verdad,
uno ya tiene más tiros que los patitos en la feria, para
caer en la trampa.
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