Junta Islámica y la Asociación Intercultura muestran su
condena a los atentados ocurridos el 11 de abril en Argel.
Una bomba cerca de la oficina del primer ministro de Argelia
y otra en una sede policial mataron a 24 personas e hirieron
a más de 200 en la capital del país norteafricano, en
atentados reivindicados por el grupo “Al Qaeda en Magreb”.
En este sentido queremos expresar nuestra solidaridad para
con las victimas de tan terrible tragedia y con el pueblo
argelino en general.
Desde Junta Islámica e Intercultura queremos mostrar nuestra
repulsa ante la matanza indiscriminada de civiles inocentes
con actos que consideramos criminales y cobardes.
Consideramos deleznable que por el solo hecho de que los
criminales invoquen la religión para perpetrar tales actos,
desde muchos medios de comunicación se sigan calificando
estas monstruosas acciones como “terrorismo islámico”. Con
esto sólo se consigue transmitir una imagen distorsionada y
falsa del Islam, una religión que profesan más de 1.500
millones de personas, a pesar del hecho de que la gran
mayoría de las víctimas de estos actos son musulmanes.
Denunciamos el eco mediático que se da a un reducido grupo
de individuos que no son para nada representativos de unas
sociedades que condenan de forma generalizada y contundente
el terrorismo. No es de recibo que más del 90% de las
noticias relacionadas con el mundo árabe, el Islam o los
musulmanes se dediquen a reflejar actividades o comunicados
de Al Qaida. Al mismo tiempo, las actividades y
posicionamientos de los musulmanes por la paz y en favor de
los derechos humanos son ignorados. Esto induce a sospechar
que su propósito es únicamente el de manipular el terrorismo
con el fin de denigrar a la comunidad musulmana.
Al Qaida se ha convertido no sólo en un cáncer para las
sociedades musulmanas sino en un instrumento fundamental en
manos de los oponentes al Islam, que busca obstaculizar las
legítimas reivindicaciones de los musulmanes, como son los
procesos de democratización en el mundo árabe y musulmán, la
inclusión del islamismo moderado en el juego democrático y
el desarrollo de los derechos civiles de los musulmanes en
el mundo occidental.
En el caso de España, los comunicados de Al Qaida han sido
utilizados por todos aquellos que intentan impedir la
recuperación de la memoria histórica de la España musulmana.
Existen grupos de presión que intentan hacer creíble teorías
conspirativas como el absurdo mito de la “reconquista de Al
Andalus”, que carece de una mínima base dentro de la
comunidad musulmana de España y en el mundo árabe y
musulmán, donde la experiencia de Al Andalus genera un
sentimiento de amistad hacia España debido a estos lazos
históricos y culturales comunes. Cabe recordar que, según un
reciente informe publicado por el Ministerio del Interior
español, la lealtad a las instituciones es superior entre
los musulmanes que entre el resto de la ciudadanía.
Creemos que es hora de un cambio de política de los países
occidentales hacia los regímenes árabes que se traduzca en
un claro apoyo a los procesos de democratización en el
Magreb y Oriente Medio, como se hizo en su día en el caso de
América Latina. De nada sirve incrementar la cooperación con
unos gobiernos ilegítimos que no sólo no representan a sus
respectivos pueblos, sino que condenan a gran parte de su
población a vivir en condiciones de pobreza y desesperanza
mientras impiden, con todo tipo de medidas represivas, el
normal desarrollo político y social. Reforzar la cooperación
con tales gobiernos no servirá a la causa de la democracia
ni tampoco para lograr la seguridad y estabilidad. Resulta
imprescindible también garantizar la plena participación de
los partidos islamistas moderados en el juego político
democrático.
El cambio de política debe pasar lograr una solución justa a
los conflictos que asolan Oriente Medio, y en primer lugar a
la ocupación israelí en Palestina y la ocupación
norteamericana en Iraq, que generan una ola de resentimiento
y crispación. Medidas de este tipo servirán para aislar cada
vez más al terrorismo y garantizar un futuro de libertad y
dignidad para los pueblos de la región y el mundo.
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