Fue el sábado pasado cuando me
topé con una amiga, a quien llamaré Virginia, cuyo
conocimiento de la política local le permite analizarla con
minuciosidad y con grandes dosis de humor. Virginia es una
cínica, en el justo concepto del cinismo que tenían los
griegos, pero ha conseguido, con el paso de los años,
convertirlo en ironía de muchos quilates.
Una ironía ganada a pulso en su combate con la vida; pues
habiendo pasado su particular quirinal, un día se dio cuenta
de que esta cualidad, la burla fina, le venía que ni
pintiparada para no situarse nuevamente al borde del abismo.
Lo cual demuestra que mi amiga no tiene ni un pelo de tonta.
-El viernes te vi en el acto celebrado por el Partido
Popular en el Hotel Tryp...
-Ah, Virginia, pues mal hiciste en no saludarme. Pues bien
sabes tú lo mucho que disfruto de tu conversación.
-Precisamente fue esa la causa por la cual no llamé tu
atención, porque me consta que a ti se te ríen las muelas
cuando a mí me da por ponerme guasona. Y creí que no era
momento para distraerte de tus obligaciones.
-Al grano, querida, al grano...
-Te habrás dado cuenta de que el grupo de candidatos de los
populares es de una heterogeneidad que se mete por los ojos.
Hay de todo como en botica.
-Te veo venir, amiga. Y te recuerdo que tú perteneces al
Partido Popular.
-Mucho mejor: para que veas que en nuestro partido hay lo
que se llama, con gran cursilería, corrientes enfrentadas.
Pues bien, ahora me ha tocado formar parte individualizada y
principal de una corriente contraria a quienes han elegido a
los candidatos.
-Envidiosa...
-Lo justo; como cada hija de vecina.
-Lo tuyo es más bien lo del perro del hortelano, ¿no?
-Llevas razón. Claro que sí. Pues de habérmelo propuesto,
seguro que yo habría formado parte de esa lista en la cual,
como ya te he dicho, ha primado un deseo: que resaltara la
variedad.
-Petulante...
- Vaya, hombre, tan venida a menos me ves como para dudar de
los poderes de mis atributos.
-No; la verdad es que sigues teniendo garabato. Y además has
conseguido que tus encantos físicos casen muy bien con ese
humor con el cual sueles encandilar a tus interlocutores.
Pero...
-Vaya...: me extrañaba a mí que no te saliera ese pero
adversativo y dispuesto siempre a menoscabar el buen talante
que una trata de poner siempre al servicio de unos tiempos
donde, desde que salimos del catre y hasta que regresamos a
él, tratan de meternos el miedo en el cuerpo.
-No te me pierdas por tales andurriales, porque estábamos
hablando de los candidatos de tu partido y no de ese querer
los terroristas trastornar nuestras vidas con el miedo que
puedan infundirnos sus amenazas.
-Sabes tú lo que no está escrito. Por un lado me pides que
no me meta en habladurías, y por otro se te nota muchísimo
que esperas impaciente que me ponga a largar.
-Te recuerdo que has sido tú la que empezaste por decir que
los candidatos forman un grupo heterogéneo. Lo único que te
ha faltado añadir es que ni siquiera en el Partido
Socialista se hubieran atrevido a ser tan progresistas.
-¿Acaso es mentira?
-No, mujer...
-¡Embustero!... Si hace pocos días escribiste que los
aspirantes a diputados no dejaban de ser unos simples
acompañantes de Juan Vivas.
-Mas nunca, créeme, con intención peyorativa. Si bien
estarás de acuerdo conmigo en que JV ganaría igualmente las
elecciones sin la compañía de tantas personas afines al que
será vicepresidente.
-Esa es una verdad que no necesita demostración...
|