La primera edición en nuestra ciudad del concurso escolar
‘El secreto de la buena vida’ ha llevado la información
sobre las drogas a la primerísima juventud, el colectivo más
vulnerable a caer en ese mundo destructivo. El ganador de
este concurso, una iniciativa del Plan Nacional sobre Drogas
gestionada a través de la Consejería de Sanidad y Bienestar
Social, ha sido Juan Antonio García Ramos, un alumno de
quinto de Educación primaria del C.P. Lope de Vega.
La participación en el concurso era voluntaria, por lo que
la abultada aceptación ha llevado a valorar la implicación
en ella de los centros educativos muy positivamente. En
total se han prestado a participar 22 centros de educación
primaria de Ceuta, unos 2000 alumnos de quinto y sexto curso
han sido los representantes inscritos, cantidad que supone
el 100% de los jóvenes de estas edades 3existentes en
nuestra ciudad. Un dato esperanzador y muy positivo por lo
que comporta de prevención de la drogadicción en sectores
que, cada día, sufren una más temprana iniciación en la
drogadicción.
Juan Antonio García Ramos representará a Ceuta en Madrid el
próximo mes de mayo, fecha en la que participará en la final
del concurso junto a los ganadores de las restantes
comunidades autónomas para intentar acceder al premio
nacional. El pasado mes de noviembre comenzó la fase de
puesta en marcha, con el reparto del material necesario para
concursar, consistente en una agenda escolar, un ‘CD rom’
con el juego utilizado y una guía didáctica para el
profesorado.
Esta iniciativa, asumida por la Consejería de Bienestar
social en colaboración con la Dirección Provincial de
Educación de Ceuta, la considera Yolanda Bel de
“imprescindible para potenciar la extensión de la prevención
en el marco educativo”.
De esta forma, quiere cumplirse con el objeto del proyecto,
informar y sensibilizar a la comunidad escolar -profesores,
alumnos y padres- sobre la importancia y las posibilidades
que ofrece la temprana prevención desde este ámbito. Para
ello se utilizan las nuevas tecnologías, un vehículo de
primer orden para llegar a quienes, en un futuro próximo,
van a entrar en la adolescencia, la etapa más complicada y
más proclive a caer en la drogadicción por culpa de la
desinformación y los convencionalismos sociales. Este hecho,
que muchas veces coarta la realización personal de los
jóvenes, o acentúa sus complejos ante ataques de
desaprensivos, transforman al incipiente ciudadano en un
blanco perfecto para las garras de la droga, cada día más
largas y enrevesadas en el tejido social del mundo de hoy.
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