Dando algunos rodeos y con casi
mil quinientos kilómetros encima alcancé ayer Ceuta viajando
toda la noche, en otra mañana gris, aunque ya camino a
Tetuán el sol iba levantando las brumas del litoral. Fui
viajando a lo largo de la mítica “Vía de la Plata”, ruta más
amable y “romanizada” que viniendo por Madrid y Granada y
que, pese a lo que suele pensarse, no tiene nada que ver con
la “plata” o el “flus”.
La palabra deriva de un latinajo que significa “ancho”
viniendo, sencillamente, a dar sentido a la vía principal
que, desde Cádiz y Sevilla, enlazaba el sur de la vieja
Hispania romana con el norte peninsular derivando en dos
ramas a la altura de Astúrica Augusta (Astorga): una hasta
Gijón, por el puerto de La Mesa y otra hacia el “finis
terrae” gallego tras pasar por Lugo (Lucus Augusta). Aunque
sin mayores incidencias, me fui “comiendo” todos los
controles de la Guardia Civil (¡hasta cinco!), cosa
inaudita, por no hablar de la anécdota de la noche anterior
y que refleja de alguna manera las tensiones que están
empezando a vivirse.
Sin entrar en detalles, resulta que el viernes por la tarde
me acerqué hasta el único pueblo de Galicia al que no bajan
los lobos (porque tienen que subir…) a festejar la partida
regándola con un buen “Ribeiro” y las consiguientes tapas de
pulpo. Aproveché para hacer unas llamadas a Marruecos en una
céntrica cabina de la población empleando en la
conversación, tanto por cortesía como por necesidad, las
nociones de “dariya” (árabe popular) de las que dispongo…
Pues bien, ya anochecido y triscando por los montes como un
buen capricornio camino de casa, me sorprende la música del
móvil….
Al otro lado de la línea, un circunspecto oficial jefe del
Instituto Armado. Tras las comprobaciones rutinarias (como
para fiarse de las conversaciones por teléfono), me
interroga prudentemente sobre el vehículo que conduzco, si
por la tarde había estado en tal pueblo y si había hecho
algunas llamadas…. Tras mi sorpresivo asentimiento, me
pregunta con tacto “si sabía por qué me llamaba…”.
Con el “turbo” puesto en las neuronas le contesto que sí,
¡vaya que sí!: mis frases… en árabe. ¡Diana!. Una vez
ratificada mi identificación, el hombre –al frente del
servicio de información del Cuerpo en la capital de la
provincia- me pide disculpas y que intente asumir la
situación…. fruto del excesivo celo del emboinado paisanaje
sentado al lado de la cabina y que, parece ser, se había
alarmado por mis expresiones: “!Eu non sé que pensar!. ¿Os
paisanos falando u entendendo o árabe?. ¡Pero si non falan
ben ni el castellá…!”, díxe pa mí. La cosa quedó en una
jugosa anécdota, divertida porque bien está lo que bien
acaba… ¿Pero que hubiera pasado si en lugar de un “asturiano
magrebizado” fuera yo uno de esos centenares de miles de
“jais” que están buscándose la vida entre nosotros?.
Es muy importante la colaboración ciudadana, uno de los
pilares de la seguridad, pero oiga buena gente: tampoco
desquiciemos las cosas, aunque con lo que está cayendo no me
sorprende. Todos debemos hilar muy fino y la Guardia Civil
no dejó de mostrarme en todo momento (al teléfono y en los
controles de carretera) su buena disposición y
profesionalidad. También los líderes de la comunidad
musulmana debían ser más explícitos y menos oscurantistas.
En todo caso, extrememos el cuidado para que no paguen
justos por pecadores. Incluso en el juicio del 11-M…..
Martil, 13.30 locales: ciudadanos indignados por el servicio
se concentran protestando ante la sede de “Amendis”, la
empresa de luz y agua. La tarde está primaveral. He vuelto a
mi segundo hogar.
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