El germen de este articulejo,
anidó en mis neuronas la mañana del pasado sábado,
deleitándome ante un café bien cargado y dos cápsulas de
Garcinia ( inhibidoras del afán incontrolable por las
calorías) que fueron mi tentempié de las doce en el café
Central, justito a a era de la Plaza de la Constitución.
Allí estaban los comunistas, un contingente de
zarrapastrosos, con sus banderas republicanas, la de la
franja morada que es, sin duda, resultado, de arrojar litros
de sangre azul, de derechas, sobre la franja inferior de la
roja y gualda. Sangre espesa de cien mil católicos
asesinados por las hordas marxistas, en aquellos años
tenebrosos de la quema de conventos y del expolio de nuestro
patrimonio histórico artístico. Yo les miraba conmemorar el
aniversario de la República, sintiendo, la imperiosa
necesidad, como republicana convencida, pero al estilo
auténtico, alemán, norteamericano o francés, de conseguir
arrebatarles ideológica y terminológicamente una palabra tan
noble a los marxistas.
Porque no hay derecho ni resulta procedente, que los
descendientes del mayor genocida de la Historia, el
padrecito Stalin, capitalicen el contenido de una forma
dignísima de gobierno. Ni que lo capitalicen ni que lo
llenen de mierda con los desmanes y los crímenes del pasado.
Resulta triste el que, para millones de españoles, la
palabra “República” traiga a la memoria las checas, los
comisarios políticos, los soviets, las ejecuciones masivas y
los mártires de la fe. Una república no es un régimen de
terror y de anarquía sovietizante y sovietizado, ni puede
rememorarse con un escalofrío de aprensión. Porque ni puede,
ni debe ser así. ¿Qué dicen? ¿Qué las izquierdas nos hacen
un favor al resto capitalizando la terrible realidad, no de
la forma de gobierno que es una república, sino de la forma
de desgobierno que fue la II República española y que la
sangre de los mártires les salpique a ellos?. Vale. Son
históricamente miopes e imprudentes, pero yo soy republicana
y me cabréa hasta el paroxismo que los herederos políticos
de las checas tengan la osadía de denominarse “republicanos”
en pleno siglo XXI. Que se llamen postsoviets, o
postestalinistas, o marxistas a secas, dignos herederos del
Muro de la Vergüenza. Pero los republicanos neoconservadores
a la americana, los republicanos sarkozyanos a la francesa y
los republicanos de la guirilandia occidental en general, ni
somos marxistas, ni tenemos en nuestro bagage cultural
quemas de iglesias ni torturas de los de Acción Católica. Al
revés, representamos un neoconservadurismo culto e
intelectual fundamentado sólidamente en ese mix fantástico
de atlantes, druidas, Derecho Romano, Filosofía Griega,
Humanismo cristiano renacentista y los más espectaculares
avances científicos y tecnológicos. ¿Y que tienen que ver
todos esos impresionantes arquetipos y realidades con la
filosofía marxista, que fue la mayor involución social y el
exponente de la dictadura más feroz de todos los tiempos?.
Hay que tomar medidas legales para, que los churretosos que
se autodenominan “republicanos” dejen de hacer suyo el
término y se denominen “segundorepublicanos”. Y que dejen de
inmediato de reivindicar un referéndum sobre la forma de
gobierno en España : Monarquía o República. Porque no son
nadie para reivindicar nada, les entapona e inhabilita su
pasado reciente. De hecho, aún falta una evolución
consensuada, sociológica, intelectual y filosófica, que nos
haga sacudirnos las sombras tenebrosas del pasado y “sentir”
que, ser republicano no es en absoluto compartir las
tinieblas y el terror de antaño sino, sencillamente, una
opción política respetabilísima, sólidamente sustentada en
un sistema de valores y principios morales irrenunciables y
netamente occidental y, como occidental, de raíces
históricas y culturales cristianas. La desgracia, en España,
del sistema republicano, de la rex pública, es que quieran
representarla impresentables, eso es lo que no podemos
consentir.
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