Asturias me despide a la usanza de
la tierrina, templada, gris y brumosa, con la calima
reptando entre los valles y las altivas cumbres todavía
coronadas por la nieve. De norte a norte o de la ermita al “morabo”,
como prefiera el respetable: pautas geográficas o
socioculturales. A mí me es inverosímil. Allá viajamos pues
con las alforjas llenas de ilusiones, que como dícese por
aquí “uno no es de donde nace sino de donde pace”. Digo. Y
ya en Ceuta, ciudad querida, a ver como bajamos –con cariño,
siempre con mimo- a la Eloísa del guindo. Todo sea por
caridad. Pena me da.
Sobre la marcha y a la altura del “puertu” Pajares, me
entero por la radio de los últimos “suicidas de Alá” (de su
idea y su interpretación de Alá, naturalmente) en la capital
económica de Marruecos, la populosa Casablanca. “Inch´Alá”
(al Bueno, al Grande, al Único, no al de ellos naturalmente)
las fuerzas de seguridad marroquíes abortaron su objetivo.
Les seguiré contando “in situ” a lo largo de los próximos
días.
Respirando a pleno pulmón a la altura de Busdongo (buenos
panes y mejores embutidos), bajando hacia la meseta, doy un
repaso a mi cuaderno de campo en los que había anotado de
madrugada, despertando con “el gallu la quintana”, tres
apuntes:
Primero en el Norte de África, donde los últimos atentados
terroristas de “Al Qaïda en el Magreb” propician un
acercamiento histórico (aparcadas menudencias como el Sáhara)
entre Marruecos y Argelia. Rápido de reflejos y en una
sincera y rápida jugada de altos vuelos (de casta le viene
al galgo), el joven Rey Mohamed VI propone por escrito al
presidente Buteflika una alianza estratégica contra el
yihadismo salafista, mientras en su papel de Comendador de
los Creyentes rechaza de un plumazo los brutales ataques
considerándolos “rechazables por todas las religiones”.
En segundo lugar, “España, camisa rota de mi esperanza”
parece ir despertando de la siesta, dándose “chuia, chuia”
por enterados de lo que puede venir encima cualificados
representantes del gobierno de los Zapa-tinos. Más vale
tarde que nunca, aunque sin osar alarmar al paisanaje. Claro
que hay muchas cosas que no entiendo: ¿no habíamos alcanzado
la “paz perpetua” gracias a los reflejos de nuestro
iluminado Presidente al sacar a nuestras tropas, con el rabo
entre las piernas, de Irak?. ¿La causa de la masacre del
11-M no fue la foto de las Azores?. ¡Paz, paz…!, gritaban
ingenuamente las incautas masas en la calle. ¡Ah, será
porque seguimos en Afganistán….! ¿O quizás por El Dorado de
Al Andalus?. Y yo que pensaba que la Alianza de
Civilizaciones iba a inmunizarnos sobre los ataques del
terrorismo islamista…. ¡Albricias!, veo la luz al final del
túnel gracias a las perspicaces declaraciones de la
sonriente y platerísima descendiente de don Juan Ramón, ex
responsable de Exteriores del PSOE y actual secretaria de
Estado para Iberoamérica, a Telemadrid: después de
recordarnos lo obvio (“todos los países deben extremar la
precaución”), la Trini mira para otro lado intentando
minimizar los peligros negando que España (¡cuánto sabe esta
chica!) “sea un lugar especialmente amenazado” recordándonos
que los atentados del 11-M se produjeron con las FAS en
Irak, dado que “los países que estaban en aquel conflicto
tenían un mayor riesgo”. Ergo… ya no estamos en Irak, luego
ya no hay riesgo. Impecable el silogismo, impecable el
ademán. Yo creo que el Gobierno sigue sin hacer los deberes,
así como el Gobierno de Aznar tampoco hizo los suyos al
poner, cual pardillos con patatines, casi toda la carne en
el asador solamente en el frente etarra. Glosar en tercer
lugar el importante encuentro inaugurado ayer en la capital
del Turia, en la que un panel de expertos se reunían en el I
Congreso Islámico Internacional sobre “Ciudadanía y Religión
en un Estado democrático: el modelo español”, aportando
interesantes sugerencias pero manteniendo el gastado y
tradicional papel victimario, sin entrar a fondo en los
problemas. Así, francamente, es difícil, muy difícil un
diálogo entre culturas y lo siento en el alma, porque soy el
primero en sostener en que es más necesario que nunca: pero
sin “takiya” y sin tahúres, con redaños, poniendo las cartas
-la baraja entera- encima de la mesa.
“¿El titulo?”. ¡Ah, sí!. Otro día se lo cuento. Si se me
olvida siempre le pueden preguntar a Pinón y Telva y al su
“sobrín” Pinin. Nos vemos pronto. Un afectuoso abrazo.
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