Me piden que trate sobre el estado
generalizado de inquietud que han motivado los últimos
atentados terrointegristas en Marruecos y Argelia y sobre
las crípticas amenazas de los criminales. No soy analista
geopolítica, pero puedo dar mi opinión y exponer mis
pensares sobre el tema, pensares que parten de una absoluta
y radical confianza en la rara cualidad de “Mariquilla
Cojones” de nuestros policías, guardias civiles, jueces y
fiscales. Ya ven, me considero una persona bastante
escéptica, pero creo sin resquicios de ningún tipo en la
capacidad y preparación de quienes están llamados a
salvaguardar nuestra seguridad, nuestra civilización,
nuestros valores y nuestra cultura. De hecho si,
personalmente, desconfiara de las FOP, de los Instructores y
de los fiscales, estaría absolutamente bloqueada por el
miedo a esas amenazas externas que nos llueven. Y que hay
que encajar, como encajara en su día el pueblo alemán el
terrorismo de la banda Baader Meinhof, capaz de convertir a
todos y cada uno de los ciudadanos alemanes en espías,
policías y soldados. El fin de la Baader fue, de alguna
manera, de una especie de justicia muy poética, poco
garantista, eso sí pero ya lo dicen los textos sagrados
nacidos de la Revelación: “Contra terrorismo, al carajo el
garantismo”. ¿Qué murmuran? ¿Qué en “qué” texto aparece ese
mensaje? Pues aparece en uno que está guardado en los
sótanos de la Biblioteca Vaticana y que está escrito, al
parecer, en arameo y tiene conexión tangencial con los
pergaminos del Mar Muerto. Se trata de algo profético donde,
la revelación, viene a ser una advertencia que prevé la
debilidad y el buenismo de los cursis occidentales ante
amenazas salvajes, que son incapaces de asumir desde la
moral del petit suisse. Y me estoy circunscribiendo a
nuestra ñoña civilización Occidental. En Marruecos, donde
“saben” y, antes que nada “pueden” enfrentarse al terrorismo
con la dureza que el asunto merece, la Policía abate a tiros
a un terrorista y recibe las lógicas felicitaciones. En
España la Policía tirotea al mismo individuo y los
inspectores acabarían sometidos a investigación,
interrogados, pregonados por determinada prensa de ladillas
pamplineras, acosados, apartados de servicio, su actuación
cuestionada y denunciados por los llamados defensores de los
Derechos Humanos. ¿Se puede combatir así? Lo reconozco, soy
persona de origen humilde, poco versada en vericuetos y
cateta hispanorrifeña, mi opinión es pura gramática parda,
sentir del pueblo llano y como tal, opino con verdad y
sinceridad, que el terrorismo de Al Quaeda no se combate
incoando Diligencias Previas. De hecho me provoca acharo y
un rubor sin límites el responder a las amenazas más
terribles con un “ ¡Vaya usted con cuidado, Ben Laden,
capaces somos de leerle sus derechos e incoarle unas
Diligencias Previas!” ¿Y ustedes, que son más cultos que
servidora, creen que, los terroristas asesinos se sentirán
asustados, amedrentados y disuadidos por la amenaza de que,
si les pillan en medio de una masacre, les van a sentar
delante de un juez?. Al terrorismo, que es una guerra sucia
de malos, hay que responder con una guerra impoluta de
peores. Es decir, su guerra es sucia por anticonvencional y
la nuestra es impoluta porque nos tenemos que defender y no
puede haber límites para la legítima defensa y defender tu
tierra es legítimo. No puede ser”sucia” una guerra defensiva
y las Leyes, derechos y garantismos, en circunstancias de
peligro excepcional, han de ser igualmente excepcionales.
Zetapé habría de promulgar una Ley Antiterrorista que
ampliara los límites de actuación de las FOP y diera a sus
miembros, a esos tipos espléndidos que ponen el pecho para
recibir la primera bala, una autonomía total, sin corsés ni
ataduras. Porque son profesionales, no psicópatas que van a
utilizar de manera perversa sus atribuciones. Los perversos
son los otros. Y la guerra es y está. Y nos tenemos que
enterar. Y nos vamos a defender.
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