Decía la sabia de mí abuela:”para
ese viaje no se necesitan alforjas”. Y como siempre, esta
soberana mujer, acertaba de pleno. La frase de marras bien
se podía haber aplicado al secreto con el que se ha
mantenido la lista de los populares ¡que vaya tela de
secreto!¡un secreto a voces!. Cómo habrá sido de secreto, el
asunto de la lista de los que acompañarán, a Juan Vivas, en
las próximas elecciones municipales, que no es por apuntarme
tanto alguno, pero me lo han puesto tan fácil como decían
que le ponían las carambolas al rey aquel o como se decía en
mi adorado Callejón del Lobo, cuando una cosa era demasiado
fácil, me lo han opuesto a….
Según mi intuición, esa que me acompaña desde que nací y el
conocimiento de ciertos personajes que intervienen en la
confección de esa lista, no me he llevado sorpresa alguna.
No hay un solo nombre, en ellas, que me haya sorprendido.
Todos ellos estaban más cantados que “macarena”. Lo que me
ha permitido, no sólo acertar un pleno sino, incluso, haber
ganado un par de cenas a unos amigos que dudaban de mis
aciertos.
Tengo, pues, que agradecer a los que han confeccionado esa
lista esa dos cenas que me voy a meter entre pecho y
espaldas, gracias a su hacer. Que conste, en acta, mi
gratitud, a todos ellos, porque de ser bien nacido es ser
agradecido. Y, uno, aunque en cuna muy humilde fue bien
nacido. Gracias, de las de verdad de la buena, porque no
todos los días se ganan par de cenas sin realizar el más
mínimo esfuerzo.
Lo que me da más rabia, de todos estos aciertos, es mi
incapacidad para acertar una primitiva, que se quiera o no,
para mi persona, es mucho más importante que acertar los
componentes de cualquier lista que ni me va ni me viene y
que, por supuesto, nada me va a aportar. Igual el fallo de
no acertar la primitiva o el gordo de Navidad está, de forma
clara y contundente, que no conozco tan profundamente a los
encargados de dar las bolas de los sorteos, como a los
personajes encargados de la elaborar las listas. Tengo que
hacer amistad con los niños de San Idelfonso. Es la solución
a todos mis problemas económicos.
Mis amigos, los que me tiene que pagar ambas cenas, quieren
seguir jugando a la cosa esta de acertar. Les digo que no
hay problema ninguno, que podemos seguir con el juego pero,
en esta ocasión las apuestas consisten en ver si soy capaz
de ponerles a cada uno en el puesto que le van a dar. Qué
les voy a hacer, tendré que aceptarles sus apuestas para, de
esa forma, a ver si consiguen empatar y quedamos en paz y
jugando.
Lo malo, del asunto, es que otra vez les voy a ganar porque
la cosa está de una sencillez que asusta. Son amigos pero de
poca fe y, por supuesto, para que tengan toda la fe del
mundo en mi persona les voy a ganar otra vez.
Por principio les diré que se equivocan en el puesto que le
conceden a determinado personaje de los que van en la lista.
Les garantizo, desde ya, que no irá ni a Urbanismo ni a
Fomento. Esas dos plazas ya tienen candidatos y desde luego,
en ninguna de ellas aparece su nombre, según mi saber y
entender sobre el asunto. El personaje en cuestión va a ir
a… Oiga, cosa de gobernar.
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