Casablanca se vistió ayer de luto.
El terrorismo de matriz islamista volvió a intentar golpear,
no dudando en atentar contra musulmanes de a pie. La policía
marroquí también sufrió bajas. ¿Qué impulsa a esta gente a
inmolarse masacrando sin sentido?. ¿La pobreza?. La miseria
puede ser, en este caso, un factor añadido pero la base del
desencadenante son unos versos sagrados (“suras” para ser
exactos) sacados de su contexto y aviesamente interpretados.
Por otro lado, la situación actual del mundo islámico guarda
ciertas semejanzas con la Europa de hace unos quinientos
años, cuando esa pequeña península del continente asiático
se veía envuelta en atroces guerras interreligiosas entre
las diferentes corrientes en las que se había dividido el
cristianismo romano. Aunque bajo otros parámetros, la
“fitna” (división) de hoy en la comunidad musulmana es más
“militante” que “religiosa”, constituyendo la asunción o el
rechazo al “islamismo yihadista” (más que otras cuestiones
formales, teológicas o jurídicas) la línea roja de
separación entre dos diferentes sensibilidades en el seno de
la misma religión.
En el punto de mira del terrorismo islamista no está solo
Occidente, sino también países amigos como el vecino Reino
de Marruecos y, sobre todo, esa inmensa mayoría de
musulmanes que, conservando sus raíces y tradiciones, está
apostando fuertemente por su inserción en una sociedad libre
y democrática. Los ya más de un millón de musulmanes
presentes en España (en Ceuta la mitad de la población)
están sujetos, me consta, a importantes presiones de
diferente signo. El extremismo islamista no puede ver con
buenos ojos el acomodo y evolución de la misma, su
integración en definitiva, que es entendida como fuente
cuando menos de tibieza sino de traición.
Muchos nos hemos preguntado cuándo y dónde atentará un día
el terrorismo islamista en Ceuta. Objetivos sobran, pero soy
de los que me inclino por una acción interna. Bajo este
prisma el lugar más adecuado es una mezquita o espacios
anexos. ¿Contrasentido?. Solo en apariencia. El “mensaje”
terrorista quedaría así meridianamente claro. No es España
solo tierra de “yihad” (en su interpretación de “guerra” y
no de “esfuerzo”). Al fin y al cabo aquí estuvo Al Andalus
y, para ciertas corrientes islamistas, una tierra que fue
musulmana debe más tarde o más temprano volver a serlo y,
bajo este prisma, la inmigración musulmana es interpretada
como la primera oleada de una nueva islamización, a la que
habría que añadir el activo celo de la conversión. Ceuta, en
esta dinámica, está representando el doble papel de
avanzadilla y “Caballo de Troya”.
Si Juan Pablo II hablaba de “recristianizar” Europa, los
islamistas activan todos sus medios para llevar la “daw´a”
al seno de las comunidades de inmigrantes “reislamizándolos”,
intentando preservar cuando no potenciar sus prácticas
religiosas. Nada extraño pues “Islam” significa, más que
“paz”, “sometimiento”… Y si no basta con la palabra para
meter en cintura y someter a los tibios o díscolos, los
extremistas no dudarán –créanme- en recurrir a las bombas y
el terror para lograr su control.
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