En el mundo de los toros se emplea
el dicho “vergüenza torera” para señalar el poco valor y
entrega del diestro durante su actuación y no son pocos los
casos que se han dado en los que, dada la falta pundonor por
parte de los diestros, se ha considerado actuación
deshonrosa y así grandes figuras del arte de Cúchares como
Curro Romero o de Paula, por poner unos ejemplos, tuvieron
que soportar el escarnio de los aficionados ante lo que
ellos (los aficionados) creían deberse a haber sido
engañados, principalmente por “la habilidad para precaver
los riesgos” o falta de valor –diríamos nosotros- de los
toreros actuantes. Esta calificación podíamos trasladarla al
deporte del balompié pero después de presenciar los hechos
acaecidos en el partido Villarreal-Atl.de Madrid de la
pasada semana aunque, como es lógico, adaptándola por lo que
nos quedaríamos por considerarlos como una “desvergüenza
futbolera”.
Y, sin darle mas vueltas, pasamos a explicarnos: lo
presenciado el pasado domingo durante el partido Villarreal-Atlético
de Madrid en cuyo transcurso se produce una jugada en la que
un defensor, Guille Franco, cae lesionado delante mismo del
portero y un atacante del Atlético, Agüero, centró el balón
viniendo éste a caer al delantero Fabiano Eller que, sin
contemplaciones, marca gol para su equipo.
No nos podemos creer que ni Agüero, “el Kun”, ni su
compañero, según manifestaciones posteriores al encuentro,
“no se dieran cuenta” de la lesión sufrida por el jugador
del Villarreal cuando lo tenían delante de sus propias
narices y, menos, al apreciarse que sólo él se encontraba
caído en el suelo junto al portero en el momento del remate
del delantero a puerta. O sea, que se aprovecharon de una
situación que, en cualquier partido, hubiera sido anulada
por los mismos jugadores con el solo gesto de echar el balón
fuera del campo para que así se atendiera al compañero
lesionado, aun cuando, por otro lado, es también achacable
al árbitro del encuentro César Muñiz ya que es el único que
tiene potestad, si los contendientes no lo hacen por las
causas que sean, de parar el juego si lo estima conveniente.
Lo más detestable de todo ello, no obstante, fueron, ante
las quejas de los jugadores del Villarreal, las burlas de
los atléticos hacia los contrarios una vez terminado el
partido, mofándose de su inocencia y candidez. Por ello, aun
cuando en el fútbol se den toda clase de trampas tanto por
parte de directivos y jugadores, hasta ahora, por lo menos,
venía imperando la elegancia del respeto y la atención hacia
aquellos que padecen lesión en el terreno de juego,
procurándose la paralización del mismo, en el caso de que el
arbitro así no lo hiciera, por lo que nos hemos permitido
considerar de “desvergüenza futbolera” estos hechos que bien
poco dicen de la caballerosidad que debe imperar en todo
deporte y mas tratándose del de auténticos profesionales
como es el deporte rey: el fútbol.
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