Me había comprometido a arremeter
con la lógica dureza contra ese párroco estrambótico y
mesiánico-pacotillero de la iglesia clausurada de San Carlos
Borromeo de Madrid. Y contra el sacramento de la comunión
dispensado con mendrugos de pan, rosquillas, yemas El
Ecijano “el placer del sibarita”, cucharadas de paella y
chupitos de calimocho. Pero el tema me parece tan deprimente
que soy incapaz de acometerlo en un nuevo día gris de
lluvias del Estrecho, isobaras disparatadas, “B” de borrasca
sobre nuestras cocorotas y luna abrileña camuflada tras un
grueso y metálico edredón de nubarrones. ¿Les conté a
ustedes que, entre mis muchos menesteres, cultivo también la
poesía? Pues sí. Versos alejandrinos, sonetos, romanzas,
jarchas y haikus japoneses, así, que, quieran o no quieran
les recitaré un haiku de cosecha propia “Que llegue la
primavera y florezca a gulnara. Que la luna de abril me
acaricie las manos”. ¿Qué dicen? ¿Qué resulta excesivamente
orientalizante y jardín zen y prefieren aquel que dice “¡Ji,
ji ¡¡Je, je! ¡Que bonito es el PP!”? Vale. Pero eso, en
lugar de un haiku, parece mayormente la línea editorial de
algún periódico y lo digo mejorando la presente y sin ánimos
de señalar. ¿Qué están murmurando entre ustedes? “Secretitos
en reunión, falta de educación”. Ya, ya sé que un conocido
columnista de un determinado diario ceutí escribió una
especie de poema épico, tipo Cantar de Mío Cid para glosar,
jalear, palmear, ensalzar y agitar ferozmente el botafumeiro
ante un determinado personaje local ¿Cómo empezaba el
invento? ¡A, sí! El tipo hacía notar levemente sus
preferencias escribiendo con emoción “¡Abajo, abajo!
¡Arriba, arriba! ¡Que bonito que es Juan Vivas!” ¿Qué si al
Presi le complació? La verdad es que no. Me dijeron que le
hizo repajolera gracia y que se sintió muy acharado.
Pero ¿Cuándo llegará la primavera? Se está haciendo atender
y esperar y ese diez por ciento de la población que padece
alguna patología psíquica, ve incrementadas sus dolencias
por la inestabilidad isobárica . ¿Depresión estacional?
Puede. Eso y demasiada lluvia, demasiadas procesiones
jodidas, cofrades, costaleros y hombres de trono ofuscados y
los profesionales de la buena conciencia perorando sobre las
injustas listas electorales paritarias. Que no sé yo por que
carajo, si en un pueblo o ciudad existen más mujeres válidas
que hombres, no puede ir una candidatura íntegra de marujas
y hay que entremeter a los curritos por cojones. Todo muy
mal y realizado con escasa sensibilidad, por ejemplo, de
existir empatía por parte de los mandamases, cada año, las
candidaturas estarían integradas por afiliados o
independientes de recambio, totalmente nuevas, para que
nadie se eternice ni le tome querencia al sillón y a la
moqueta, porque a los sillones se les toma querencia y a las
moquetas también, aunque tengan ácaros. Yo, por ejemplo,
reservaría un número de puestos determinado para ciudadanos
con síndrome de Down y con cualquier tipo de minusvalía,
porque también tienen derecho a ser votados y salir como
cargos electos. Y erradicaría, por pamplinera, la cursilada
ceutí del “Crisol de Culturas” esa especie de almíbar étnico
donde presuntamente caben todos, con excepción de los
gitanos. La denominación de “Crisol” pudo ser novedosa en su
momento pero es más cursi que una pringá con huevo hilado y
encima no están representadas todas las realidades
culturales ibéricas y además me digan ustedes si se han
topado alguna vez con un calé que sea separatista,
independentista o proterrorista. Eso no existe. ¿Qué dicen?
¿Qué desvirtuar la ñoñería del acrisolado crisol, porque
falta la guinda gitana es una nadería? Será para los payos,
que son muy pijines y muy señoritos.
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