¿No se sienten ustedes, en algunas
ocasiones, fatalistas o nihilistas? No. No me estoy
refiriendo a las catastróficas predicciones sobre el cambio
climático, porque eso, con tecnología, voluntad y avances
científicos, se puede atemperar. No, tampoco me estoy
refiriendo a la penúltima pamplina astronáutica de fletar un
cohete con destino al planeta Marte. En plan expedición,
ocho meses en el cohete y para nada. Porque en el planeta
rojo no se puede vivir y por lo tanto no sirve, como antaño
sirvieron las colonias, para neutralizar problemas sociales.
¿Qué a que me estoy refiriendo con las colonias? Pues que ya
saben que mandaban a los presidiarios para exonerarles de
prisión, a los malhechores por cojones y a los desarraigados
y porculeros, para repoblar. Luego iba una emigración normal
a buscarse el pan y la fortuna y los altos cargos coloniales
que vivían en otro mundo y en otra realidad. ¿Se figuran a
los elementos que podríamos pasaportar a Marte en cohetes
fabricados al efecto y lo tranquilitos que nos quedaríamos
el resto?. Porque los conflictivos y los problemáticos
crónicos todos sabemos quienes son y lo agustamente que
respiraríamos sin ellos y lo felices que nos sentiríamos si
les enviaran a ocho meses luz de nuestro sistema solar y
encima allí, al ser los primeros en llegar, adquirirían
derechos de seguir comportándose como cabroncetes y encima
sin incómodas reglas de convivencia basadas en sistemas de
valores. ¿Cuánto dicen que va a costar una expedición que no
va a servir ni para libaranos de criminales, chorizos,
psicópatas y delincuentes profesionales? Dicen que miles de
millones arrojados a las alcantarillas, los mismos que se
gastaría la ONU en pertrechar a buenos ejércitos
profesionales y entrar a saco en los países arruinados por
corruptos gobernantes de mierda, meter en la cárcel a
dictadorzuelos de pacotilla y sátrapas medievales e
instaurar democracias sólidas y bien gestionadas. ¿Qué
dicen? ¿Qué entrar a lo bestia en míseros países
exportadores de pobreza y salvar a la población de morir de
hambruna y enfermedades es “intervencionismo”? Supongo que
sí. Pero las guerras humanitarias son muy finas, Felipe
González dejó que nuestros muchachos fueran a los Balcanes a
la guerra, que no a repartir yogures y monigotes de “Don
Nicanor tocando el tambor”. Pero paso de Marte, que no de
Felipe ni de Alfonso Guerra que, por cierto (y me hago la
interesante) habla de mi marido, el viejo pintor, en sus
memorias. Me gustan Felipe, Alfonso y Aznar, Blair cuando se
le calienta la boca y Sarkozy a cualquier temperatura.
¿Qué continúe con el fatalismo, obviando calentamiento
global y expedición a Marte? Pues ya ven, ando desmoralizada
contemplando algo que puede parecernos tan irrelevante como
el puteo infame al que están sometiendo en las televisiones
al obeso “Paquirrín” el hijo de la Pantoja. Va el muchacho a
un puticlub y sale en todas las cadenas. Y no es tan solo
por ese chico, sino por la indiferencia generalizada que
hemos llegado a sentir por el hecho de “hacer sangre” al
famoso de turno. ¿Qué dicen? ¿Qué es un problema de empatía?
Tal vez sí. Sentimos empatía automáticamente hacia los que
lo pasan putamente mal y una antipatía visceral ante
quienes, viviendo del famoseo, son víctimas de escarnio
colectivo. Pensamos, de alguna manera que son “servidumbres
de la fama” y que, si no les gusta que se apañen de
mileuristas y víctimas de la usura hipotecaria o de la
reunificación de créditos.
Nos cargamos el planeta, la expedicioncita de las pelotas va
a costar lo que se necesitaría para derrocar a todos los
dictadorzuelos de África y destripan a cualquiera en las 625
líneas sin que nadie se mueva a la compasión. El hombre es
un lobo para el hombre y un potencial hijoputa para el resto
de los problemas. Esa es una consideración muy nihilista.
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