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OPINIÓN - MARTES, 10 DE ABRIL DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

La edad de Yolanda Bel
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

En el Arte del Ingenio, compuesto por frases seleccionadas de Oscar Wilde, aparece la siguiente, referida a las mujeres: “Nunca hay que confiar en una mujer que confiesa su verdadera edad. Una mujer capaz de contarle eso a alguien, lo es también de contar cualquier otra cosa”.

Me imagino que Yolanda Bel no habrá leído El Retrato de Dorian Gray, extraordinaria novela del famoso dandy irlandés. De haberlo leído, seguramente no se habría atrevido a decir que está a punto de cumplir 32 años.

Es un desliz imperdonable, el cometido por la Consejera de Sanidad y Bienestar Social. Y Rocío Maresco, la entrevistadora, lo destacaba en la entradilla de la interviú publicada el viernes pasado, que leí con atención. Un desliz al cual yo no le aplico la teoría de la que nos habla Oscar Wilde; puesto que Yolanda es mujer a la que uno se atrevería a comprarle un coche de segunda mano. Su error ha consistido en desengañarnos a todos los que creíamos que todavía estaba muy lejos de ser treintañera. Que no éramos pocos.

Una edad estupenda la de YB, sin duda, mas que ella no la representa. Al menos para mí, que la he visto siempre como una adolescente expuesta a todos los vientos: cual la flor del vilano. Porque su aniñada cara me producía la sensación de que estaba ante alguien necesitada de ayuda. Y debo confesar, sin tapujos, que el hecho me hacía perdonarle todos los yerros que ha venido cometiendo como portavoz del Gobierno.

Cuando se equivocaba, lo primero que uno pensaba es que algún día Yolandita se haría mayor y entonces cabría ya la posibilidad de ponerla como chupa de dómine. Y sometido al influjo de una consejera que cumplía años, sin darme yo cuenta, gozaba ésta de mi benovolencia.

Pero ahora, tras haber divulgado su edad, mucho me temo que YB deberá andarse con mucho tiento. Pues el encanto se ha roto y yo no concibo que se haya hecho mayor la niña que hasta ayer pegaba carteles y buzoneaba para que su partido ganase las elecciones.

Aunque bien visto, el consuelo es lo único que me queda: los treinta y pocos años cumplidos por YB le han servido para comprender que Juan Vivas es el espejo político donde ella debe mirarse. Un presidente que le atrae por su moderación. Por más que luego, tras preguntarle la periodista si la línea moderada del presidente es la que sigue el PP, a escala nacional, se fuera por los cerros de Ubeda. Y es que la entrevistadora la había puesto en un brete. Ya que la portavoz del Gobierno, que nunca fue tonta ni de niña ni ahora de mayor, sabe que la actitud de J V es un islote dentro del mar de su partido.

A lo mejor, en otro momento, Yolanda Bel volverá a ser entrevistada. Y preguntada si en España hace falta otro partido moderado y donde sus componentes no estén todo el día contándonos que -con Zapatero- el fin del mundo está a la vuelta de la esquina; un partido de derecha, pero que sus dirigentes sean capaces de infundir ilusiones y no proclamar a cada paso que España está viviendo los peores momentos de su Historia; un partido alejado de la Cope y en el cual se olviden ya de decirnos que el 11-M fue una conspiración tenebrosa de fuerzas españolas, quizá responda que sí.

Y esa contestación será posible no sólo por el mero hecho de que YB sea ya una mujer que ha madurado y crecido como política; sino porque estará carente de miedo a perder el sitio que se ha ganado a pulso en un partido en el cual lleva militando desde que tenía diecisiete años.

De momento, lo único que ha conseguido es ganarse aún más la voluntad de Juan Vivas, y desde luego dejame a mí cariacontencido por enterarme de que es treintona. Menuda desilusión...
 

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