La rehabilitación del patio y el sótano que quedan
pendientes en el Baluarte de los Mallorquines incluirá un
acceso a la zona inferior y una sala de interpretaciones en
la superior, dentro de la actual Oficina de Turismo, con el
objetivo de ofrecer una dimensión histórica del patrimonio
de la ciudad autónoma. El proyecto, gestionado por la
sociedad municipal Procesa, cuenta con un presupuesto
aproximado de 250.000 euros para su consecución.
Para su puesta en marcha, aún no se ha iniciado el
expediente, pero si existe la orden para que, en próximos
meses, la Comisión de Patrimonio dé el visto bueno para su
ejecución. De momento, el retraso de la obra, que consistirá
en su limpieza, cerramiento, panelería y todos los elementos
explicativos, se hace patente porque las previsiones
iniciales señalaban al mes de enero pasado para llevarlas a
cabo.
Se trata de una segunda fase en la rehabilitación del
Baluarte -la primera está constituida por la Oficina de
Turismo- impulsada por la prospección arqueológica que el
responsable de Arqueotectura, José Suárez, realizó sobre los
restos de estructuras defensivas, entre los que destacan
piezas romanas, califales, altomedievales y portuguesas, del
siglo I al XVI, esto es, más de 1.500 años de
construcciones.
Vestigios
Tal como indica el aparejador de Procesa, José María Medina,
esta fase sirvió para poner en valor los restos de murallas
y descubrir que cada civilización fue construyendo y
reutilizando los elementos de la sociedad anterior.
El proyecto busca hacer visitable este enclave de cara a
próximos años. De esta forma, los turistas podrían comprobar
los elementos de época romana, de las mismas fechas que la
factoría de salazón; diferenciar las etapas medievales: una
torre defensiva con una puerta en codo de época califal y un
avance de un paseo marítimo posterior hacia una torre más
cercana; y visualizar una estructura del siglo XVI
portuguesa. Hasta el momento, se han recogido datos sobre la
prospección para hacer un dibujo al detalle de todas las
estructuras. Servirá para mostrar al público, a través de la
sala de interpretaciones -donde se presume que habría guías
turísticos-, la cronología de los hechos.
Su construcción original es de época portuguesa. Lo que
quedaba de esta fortificación pertenecía al siglo XVIII.
Sirvió de apoyatura al puente levadizo hasta 1.729. A
principios del siglo XX, el puente fue modernizado y el
baluarte sufrió una demolición parcial en su parte superior,
descubriéndose lienzos anteriores a la obra portuguesa.
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