El presidente del Partido Popular
de Ceuta, Pedro Gordillo, asumía ayer, en este periódico,
que seguramente ha sido “un error” de todos los partidos de
la ciudad la aparente indiferencia con la que, al menos en
el escaparate público, la comunidad mayoritaria de la ciudad
ha mirado hasta ahora a las otras tres. Parece que el ese
ostracismo público va a llegar a su fin, y siendo bueno en
sí mismo, el gesto demuestra un avance en la integración, en
la cohesión, social ceutí. Que el PP, con un electorado
eminentemente cristiano, haya asumido como eje de su
discurso la atención hacia la comunidad musulmana, populosa
pero también la que más desempleados y ciudadanos con
escasos recursos y todo tipo de necesidades aglutina, es un
ejemplo práctico de que todos, incluso los que le votan, son
iguales. Lo mismo puede decirse del PSOE y, al revés, de la
UDCE. Los dirigentes de este último partido, el segundo más
representado en la Asamblea, han hecho un esfuerzo sincero
por incluir en puestos preeminentes de su candidatura. No
deja de ser también un hecho destacable en tanto que sus
líderes reconocen como un déficit el poco ‘voto cristiano’
que reciben.
Es un hecho positivo y deseable que los principales partidos
de nuestra ciudad consideren casi obligatorio que sus listas
sean un “fiel reflejo” de la composición de la sociedad a la
que se dirigen. Incluso, sin entrar en un juicio de
intenciones, aunque lo hagan por puro electoralismo. En este
sentido tiene mucho valor que Gordillo asegure que la
pluralidad no se va a ver “a partir del número 20”.
El Pleno es un territorio a conquistar aún por la
multiculturalidad de nuestras calles, y lo que han dejado
atisbar PP, UDCE y PSOE hasta la fecha sobre sus proyectos
para los próximos cuatro años, al menos en lo que a quienes
los van a defender con su nombre y su cara en sede
institucional, deben contribuir a ir acabando con esa tara.
Sobre todo, y ahí está lo verdaderamente importante, porque
ninguno dice creer en cupos. Tener la seguridad de que los
candidatos de cultura hindú, hebrea, musulmana o cristiana
que estén las listas que se darán a conocer la próxima
semana no se han ganado esa distinción por sus costumbres o
su credo, sino por su vocación política y sus aptitudes para
ejercerla les han hecho merecedores de ello invita a
contemplar con más satisfacción el próximo ciclo político.
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