La actividad teatral fue muy pujante en los dos últimos
siglos. Lo fue, en gran parte y a pesar de los periodos de
represión, por el gran impulso que recibieron las salas
teatrales, el Casino militar y las numerosas asociaciones
que acogieron con agrado este movimiento cultural. Ya en el
siglo XVIII, los gobernadores disfrutaban de
representaciones teatrales en sus residencias. Los
investigadores locales han constatado la existencia de una
Casa de corrales en el callejón del Corralón, donde
anteriormente se construyó el único coso taurino -de planta
cuadrada- donde se hacían novilladas.
En el último cuarto de siglo, la actividad gira en torno al
‘Teatro Principal’ cuya fecha de origen no está documentada.
En estas instalaciones se representaron obras cómicas,
líricas y dramáticas tanto de compañías de aficionados. La
Ciudad pedía baile, preferentemente espectáculos de
máscaras, de variedades, circenses y gimnásticos hasta
llegar a las proyecciones cinematográficas. El público
acogía las novedades con interés. Desde el Día de Reyes
hasta el ‘miércoles de Ceniza’, los bailes de máscaras en
teatros, casinos y cafés llevaban el peso de la vida social.
El Carnaval era entonces un gran éxito en las calles, hasta
el punto de que en 1891 fue necesario reglar el concurso de
agrupaciones.
El cierre de las salas decimonónicas en Ceuta se debió a la
aplicación de la legislación, que solicitaba mayores medidas
de seguridad relacionadas con la ventilación y la
iluminación de las salas. A comienzos del siglo XX, los
teatros sufrieron un proceso importante de renovación, en el
que los locales más significativos fueron el Teatro del Rey
que pasó a denominarse Cervantes y el Apolo.
La llegada del cinematógrafo
El cinematógrafo no tardó en llegar a Ceuta. En 1894, muchas
salas empezaron a adaptarse para la utilización de tal
revelador invento. Las taquillas del Hadú-Cinema, del
Astoria registraban una gran actividad. Y la actividad
teatral convivió con los primeros pasos del cine en las
terrazas de verano. Alrededor del mundo de la farándula
nacieron una serie de colectivos, asociaciones, casinos,
focos culturales en los que se representaban piezas
dramáticas, líricas o zarzuelas. La sociedad militar y la
burguesía eran los grandes consumidores de la oferta teatral
en Ceuta a lo largo del siglo XX. Las compañías locales
pronto se hicieron un hueco y aprovecharon el flujo cultural
entre La Línea de la Concepción y Tánger.
A partir de los años ochenta, las salas se vieron obligadas
a cerrar ante la insostenibilidad de unas instalaciones a
las que la televisión y el cine le ganaron la batalla.
Además, la paulatina reducción de las tropas militares en
Ceuta, el gran público de las representaciones teatrales fue
un factor determinante, según el cronista oficial de la
ciudad, José Luis Gómez Barceló. Actualmente, la actividad
teatral se circunscribe a pequeños grupos de aficionados que
surgen en torno a los centros escolares, la Casa de la
Juventud o el Centro Dramático, que efectúa cursos durante
todo el año.
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