A mi esto de tener día para todo,
me sirve para que los cuentos tomen vida o se conviertan
definitivamente en chismes. La salud no iba a ser menos y
tiene también su onomástica, el siete de abril. Este año, el
guión de la fábula, va de tomas de conciencia y de
inversiones. La mejor inversión en salud, por lo que a
transparencia de ciencia se refiere, se nos olvida que ya la
hizo, en su tiempo, el ingenioso Cervantes: “come poco y
cena menos, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la
oficina del estómago”. Nadie hasta ahora pudo sobrepasar tan
alta lucidez inventiva. Todo lo demás, casi siempre es puro
chisme. A los hechos me remito.
Ahí está la fábula de tantos planes de calidad, cada
comunidad autónoma con su historial de papel que pesa una
tonelada, desmembrados unos de otros, con unas políticas de
salud, que mejor no te pongas enfermo, para que puedas
dormir sin miedo y despertarte sin angustia.
En salud, el comadreo de la diferencias se dispara y es fe
de vida. Yo, que todavía creo en los cuentos de caperucita y
en las hazañas de don Quijote, había pensado que las vidas
valían todas lo mismo, o sea lo más de lo más. Pues va a ser
que no.
En España se ha podido demostrar la existencia de
desigualdades en salud que causan un exceso de mortalidad,
así como la asociación de la mortalidad a los peores
indicadores sociales y económicos. O sea, que el tanto
tienes tanto vales nos va a servir también para la salud. Ya
no les cuento nada si esto de la salud la extrapolamos al
mundo, donde unos 30.000 menores –según datos de la Cruz
Roja- mueren al día en el mundo por enfermedades fácilmente
curables.
De la leyenda de la salud nadie se escapa. Se ha puesto la
existencia de una vulgaridad que es para temerle. Contar la
vida ya tiene su mérito. El aire que respiramos, el agua que
bebemos, el entorno de trabajo o las mismísimas urgencias
hospitalarias nos pueden mandar al otro barrio en un
santiamén. Por mucho que se impulsen políticas de salud, que
digan basarse en las mejores prácticas, las negligencias
médicas, las mismas esperas para el especialista u
operación, todavía siguen acrecentando una dolorosa
mortalidad evitable. Los recursos humanos en salud, que son
un instrumento clave para impulsar la calidad de la
atención, son como los ojos del Guadiana, aparecen y
desaparecen. Prohibido ponerse enfermo en periodo vacacional
o festivo. La salud es algo demasiado fundamental para que
nos la tomemos como un cuento relatado por un inepto; un
cuento lleno de palabrería y frenesí, que no tiene ninguna
gracia.
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