En verdad nunca me he planteado
directamente si “respeto” la libertad de opinión o de
expresión, porque para mí es tan esencial e indiscutible el
derecho de cada cual, a opinar lo que le salga de sus
peludas y rizadas partes pudendas, que, realmente, el tema
no merece que desgaste en él mi sistema neuronal que, por
cierto está bastante deteriorado por su uso y abuso, por lo
que lo tengo que reservar para menesteres de más enjundia.
Pero, una cosa es la opinión y otra la provocación. El
opinador me es indiferente, allá él con sus elucubraciones
mentales, pero, el provocón y el que va por la vida tocando
los cojones del personal, ese me exaspera, por más que
escriba desde una columna de opinión y aprovechando la
lasitud de su entorno y las amplias tragaderas de los
responsables del invento. ¿Qué dicen? ¿Qué el genuino
tocacojones tiene derecho a expresarse con libertad? Vale.
Pero nosotros, los creyentes, tenemos derecho a cierto tacto
en fechas tan señaladas como las que estamos viviendo,
cuando las sensibilidades están a flor de piel por las
festividades religiosas.
No es el momento, por lo tanto, para hacer alarde de
laicismo, que no de liberalismo, ya que, lo laico o lo ateo
nada tiene que ver, ni se roza tan siquiera con la doctrina
liberal, son dos temáticas distintas, un tipo puede ser ateo
y marxista, o ateo y lo que le salga del pelotamen, amén de
ateo y liberal, pero, el liberalismo no conlleva en modo
alguno ateismo, esa afirmación es una barbaridad
etimológica, por mucho que se realice en plan bucólico y
pastoril y triscando, como una cabra, o como un cabrón, por
verdes praderas. Y encima acariciado por el zéfiro, que es
la brisa sutil que acaricia al poeta bucólico ¿Qué murmuran?
¿Qué que acontece si el laico pisa una boñiga de la cabra
que trisca? Pues que se la limpia raspando la suela del
zapato contra una piedra y llena de mierda la naturaleza en
plan antiecológico y contaminante y que venga el Seprona y
le ponga un multazo por porcachón.
Y que conste que, el laico o ateo, tiene todo el derecho del
mundo a defender su no-creencias, desde debajo de un tejo o
desde debajo e un almendro, como Eloísa, pero intentar
rompernos el fervor y la devoción a los creyentes en unos
días, que para nosotros son sagrados, diciendo que no cree
en los profetas, me parece de un mal gusto infinito. Vale,
colegas, ya lo sé, ya sé que esa dialéctica trasnochada de
que los Gobiernos utilizan el sentimiento religioso del
pueblo para someterle, es muy propia de un chaval repetidor
de 2º de bachillerato, con rastas, antiglobalización,
porreta y al que, los malos humos y los pobres resultados
académicos le llevan a una especie de nihilismo marxista.
Nihilismo absurdo porque, en España, el Gobierno que llegó
al poder sobre la sangre de los inocentes, igualito que dice
la profecía, es ateo rabioso. Nunca, jamás, nuestro Zetapé
ha manipulado el sentimiento religioso de los españoles para
nada, si un caso ha propiciado el que se arrojen belenes a
la basura, aparezcan biblias pornográficas y se ataque con
saña a la religión. Por eso me dicen, me comentan, que este
laico liberal, está tirando con munición pesada contra los
islámicos y deja entrever que seguirá en esa línea nombrando
a Mahoma y reiterando que no cree en los profetas y
anunciando que volverá sobre el tema. Pues bien, yo opino
una cosa y esto va por nosotros, los creyentes, opino que no
tiene por que venir ningún laico liberal, ni ningún ateo
pasado de fecha, a buscarnos la boca y a provocarnos con sus
mierdosas ideas estalinistas edulcoradas por maniqueísmos
baboso-liberales. ¿Para que y por que? ¿Por qué se ponen a
veces los de la letra impresa en plan malosones, provocones
y tocacojones? Porque como se meta con Nuestro Señor nos va
a encontrar y si se mete con el Profeta Mahoma, nos va a
encontrar también. Y todos a una. Frente al ateismo
beligerante no se es de esta o de aquella religión
monoteísta, se es, sencillamente, creyente y esto nos afecta
a todos.
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