Hace ya catorce o quince meses,
Fernando Savater estuvo en Ceuta para dar una
conferencia. El motivo era que se celebraba el V Congreso
Nacional sobre Inmigración, Interculturalidad y Convivencia.
El acierto de la organización fue indudable.
Llena estaba la quinta planta del Hotel Tryp cuando llegué a
ella. De ahí que me tocara soportar de pie todo el tiempo
que duró el acto. Que recuerdo fue de mucha duración, pero
todo un éxito. Por más que algunas de las preguntas, por
parte del público asistente, al término de la charla del
escritor y filósofo, además de extensas pecaran de falta de
interés.
De no haber sido el conferenciante FS, seguro que no habría
podido mantenerme a pie firme, durante dos horas largas.
Pero estamos hablando de alguien que siempre ha entendido
que es más importante seducir que adoctrinar. Tampoco es
necesario que sea muy crucial el tema, pues da igual lo que
diga. El acierto consiste en que lo diga como sólo él es
capaz.
Fernando Savater tiene la enorme facilidad de conectar con
la gente. Seduce y encanta en cuanto abre la boca. Consigue
engatusar a a los oyentes en apenas unos minutos. Nada más
situarse en el estrado y tras los carraspeos de rigor y
desparramar la mirada hacia el fondo del auditorio. El
embobamiento generalizado de los asistentes, se debe a la
autoridad que le confieren sus saberes y la maestría que
atesora cuando los explica como si estuviera en plaza
pública, rodeado de personas ávidas de ser instruidas.
El maestro arribó a Ceuta para hablar de algo que tituló
así: “La única y variada humanidad”. Sacó a relucir las
anécdotas adecuadas a cada momento. Los comentarios jugosos,
los diálogos con los espectadores, salpicados de ironías. De
pronto, y no recuerdo el porqué, contestó a un señor que
estaba en la segunda fila: “Mire usted, prefiero a los
malvados antes que a los tontos. Porque los primeros suelen
descansar, a veces, pero los segundos no se toman el menor
respiro”. Nos habló de semejanzas que son muchas más que las
diferencias que nos unen a los humanos.
En un momento determinado, con la gente entregada ya al
hablante, dijo éste que el mestizaje es el mejor antídoto
para combatir las diferencias, y sacó a relucir lo
recomendado un día por Octavio Paz al respecto:
“Follar es el mejor remedio para entenderse”.
El que yo saque a colación aquella visita de FS y destaque
la brillantez de su actuación, es debido a que el martes
hemos conocido que el ‘Comando Donosti’ lo tenía como
objetivo principal para atentar contra él. Es decir, que
estaban los etarras haciendo ya los preparativos para darle
matarile a alguien que nació con la idea fija de leer hasta
el fin de sus días, y que no tuvo más remedio que escribir
para ganarse la vida. Una mente privilegiada del solar
español y un tipo cuya apuesta en defensa de los derechos de
las personas no nacionalistas en El País Vasco, su país, le
cuesta el tener que vivir pendiente del tiro en la nuca, de
la bomba lapa en el coche, y de llevar una existencia en
permanente estado de alerta y protección.
Aunque con la lógica preocupación, la noticia no es para
menos, a Savater, siempre con el humor y la ironía a punto
de caramelo, seguro que se le habrá ocurrido pensar que los
etarras, además de ser unos malnacidos, follan poco. De ahí
que traten de matar a quienes piensan de manera diferente a
ellos. Lo creo así, porque al final de la conferencia a la
cual me he referido, Savater, tras concederme una
entrevista, me invitó a pegarme un lingotazo en el bar del
hotel. Y allí, siendo testigo Pepe Ávila -director
del establecimiento-, pude comprobar que estaba ante un
hombre genial, cuyas ganas de vivir le permiten defender
causas perdidas y peligrosas. Vaya paradoja.
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