Hace doce años y un día que vio la
luz en los kioskos el número cero, en edición gratuita de
lanzamiento, de ‘El Pueblo de Ceuta’. Hoy se cumple el
duodécimo aniversario del primer número de este periódico,
como entonces, marcado por la celebración de la Semana
Santa. Desde entonces ‘El Pueblo’ ha cambiado mucho, aunque
seguramente no tanto como la ciudad hacia cuya actualidad
seguimos mirando con devoción diaria. Hace ya años que
dejamos atrás las pesetas (cien) que costaba cuando salió a
la calle y el color ha ganado mucho espacio al blanco y
negro, pero el periódico no ha perdido su afán de ejercer
“un periodismo crítico, de investigación, de control hacia
el poder, para atender las justas demandas ciudadanas”, como
rezaba nuestro primer editorial. O, al menos, de intentarlo
con todas nuestras fuerzas.
En el mismo periodo de tiempo, la ciudad ha vivido una
evolución similar. Todos coinciden en que pocos de los que
la conocieron hace más de una década, e incluso más cerca,
se encontrarían con una tremenda sorpresa si ahora
revisitaran Ceuta, una ciudad que a pesar de la profunda
mutación que ha experimentado durante los últimos años sigue
conservando las esencias que componen su espina dorsal.
“Los periódicos salen cuando el hombre los necesita, cuando
el hombre puede leerlos”, decía el primer editorial de ‘El
Pueblo’. Hoy, como ayer, sin duda, los ceutíes siguen
necesitando leer el periódico para ver si la ciudad que
refleja es la misma que ellos ven con sus propios ojos, para
conocer si sus preocupaciones lo son también de sus vecinos,
para enterarse de la alegría ajena y festejarla como propia,
para informarse de las amenazas que se ciernen sobre su
ciudad o sobre sus propias cabezas y permanecer alerta.
Ese es el objetivo que sigue persiguiendo este periódico y
quienes en él trabajan, con el mismo empeño por justificar
que la credibilidad de los medios de comunicación necesitan,
tantas veces cuestionada, sigue siendo un valor de cabecera.
Hace doce años y un día, ‘El Pueblo de Ceuta’ abría su
portada con un derrumbamiento acontecido en la Plaza
Azkárate por “falta de previsión técnica” y denuncias
políticas de “oportunismo electoralista” entre partidos. A
simple vista, nada muy diferente a lo que ocupa los
titulares de este número comprometido, como antaño, con la
tarea de mostrar a los ceutíes qué pasa y qué no en nuestra
ciudad. Ese seguirá siendo nuestro empeño en el futuro, como
debería serlo el de los responsables políticos que dirijan
el Gobierno local: seguir mejorando sin perder nuestras
raíces, nuestra identidad.
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