Si algo demostró la batalla de las
Termópilas (480 a.d.e.c.) fueron dos cosas: una, que el
sacrificio nunca es estéril; dos, que la calidad prima sobre
la cantidad. La taquillera película “300”, de Frank Miller
(basada en el cómic homónimo de Zack Snyder) está arrasando
la taquilla allí donde se proyecta. Si bien el hecho
histórico es rigurosamente cierto, el largometraje recrea de
forma libre y abiertamente despreocupada el histórico
acontecimiento en el que los 300 espartanos de Leónidas,
sostenidos por 700 voluntarios griegos, retuvieron a un
ejército de 120.000 persas el tiempo suficiente para
permitir el repliegue de los 6.000 efectivos restantes de la
federación de ciudades-estado griegas. Más tarde, la flota
aliada griega destrozó a la marina de guerra del sátrapa
Jerjes en la crucial batalla de Salamina, dando un giro al
curso de la guerra y salvando a la naciente Europa del
despotismo de la superpotencia asiática. Al fin y al cabo,
si algo representaba Grecia era la libertad. Y si bien la
película no se ajusta exactamente al guión histórico, su
director ejerce con el bien más preciado de Occidente: la
libertad.
Por ello es particularmente repugnante que una de las
versiones más duras del islamismo político (versión
religiosa del fascismo), la República Islámica de Irán,
ponga el grito en el cielo (¿de Alá?) por la proyección de
la película en España, apelando al espantajo de la ‘Alianza
de Civilizaciones’ para exigir al Gobierno español que
retire de las carteleras una película que es una
“tergiversación de la civilización y la cultura del Irán
antiguo”. Tiene bemoles que un país, Irán, que incumpliendo
la legislación internacional fuerza y utiliza a prisioneros
de guerra (los 8 militares británicos recientemente
capturados) en medios de comunicación; un país que ejecuta a
los homosexuales por el mero hecho de serlo (¡’Mon Dieu’,
que dirá Zerolo y toda su ”troupe”); un país que lapida a
las mujeres y que, con total descaro e impunidad, organiza
un concurso de dibujos para reírse y ridiculizar el espanto
de la “Shoá”, del Holocausto, muestre ahora hipócritamente
su “enérgica repulsa”. Tiene muchos huevos la cosa: ¿qué les
ofende a esta gente?: ¿el valor de uno de los pilares de
Europa?; ¿las calientes escenas de sexo?; ¿o es que acaso se
sienten retratados en algunas escenas?
Embajada de la República Islámica de Irán en Madrid: “En el
nombre del Altísimo”. “… no esperábamos que la citada
película se proyectara en España, país que siempre se ha
opuesto a las políticas belicistas y unilaterales y que ha
promovido la iniciativa de la “Alianza de Civilizaciones”.
¿Harán algo los “Zapa-tinos”?. Y ustedes, queridos lectores,
no se pierdan esta entretenida película teniendo en cuenta
que no es una recreación histórica.
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