Mis queridos diocesanos:
Se acercan los días de Semana Santa. Como todos los años,
nos disponemos a conmemorar y celebrar en esta Semana Santa
el Misterio de la Pascua del Señor, de su paso de la muerte
a la vida, de aquello que constituye el núcleo central de
nuestra fe y el fundamento de nuestra esperanza cristiana.
Las siguientes palabras desean ayudar a iniciar esta
reflexión al comienzo de esta Semana Santa de 2007.
La piedad popular-como el modo peculiar que tiene el pueblo
de vivir y expresar su relación con Dios-es una vivencia que
no se enmarca sólo en un ámbito privado e íntimo, sino que
comporta también una dimensión comunitaria y de
participación eclesial. Todo el pueblo participa de un modo
o de otro en estas manifestaciones de religiosidad popular
durante los días de la Semana Santa.
Lo “religioso”, por muy soterrado que parezca, mana ahí, en
lo más hondo de cada uno de nosotros, lo que ocurre es que
hoy la general abdicación de la libertad, el desdén, el
desprecio abominable y la burla, entre estúpida y orgullosa,
ante todo lo religioso hacen que lo mejor de los hombres y
las mujeres no les salga a la cara y quede oculto por un
vulgar antifaz.
Las salidas procesionales gaditanas y ceutíes de la Semana
Santa tienen su misión de ser y es necesario encontrarle su
verdadero sentido. Sin duda, son un válido caudal
participativo popular.
El sentido, la belleza y la expresividad máxima de las
procesiones de la Semana Santa aparecen cuando se integran
plenamente en el ritmo litúrgico de esos días santos, como
la procesión litúrgica del Domingo de Ramos.
El Jueves Santo, tras la reserva solemne, los oficios pueden
verse prolongados con esas procesiones que interpretadas
desde la proclamación de la Palabra de Dios y la predicación
ofrecen a la vista los misterios de la cena, la oración del
huerto o el prendimiento, y conducen al pueblo a visitar los
“monumentos”, “velando al menos una hora” esa noche.
El Viernes Santo en la mañana qué riqueza la de los pasos
del Vía crucis, enriquecidos por la predicación, para llevar
al pueblo hasta la hora de la Muerte Redentora, celebrada en
los oficios. Luego, los recorridos del Santo Entierro y el
acompañamiento a la Soledad de María con esa fuerza para dar
a conocer el amor hasta la muerte del Redentor y empujar,
hasta al más endurecido, al dolor de los pecados.
Tras la Vigilia Pascual, las procesiones del Resucitado y el
encuentro con su Santísima Madre, cuánto podrían ayudar a
descubrir en Cristo Resucitado el centro y sentido de toda
búsqueda humana del bien, la virtud y la felicidad.
Por ello, desde las salidas procesionales y las estaciones
de penitencia, a la par que testimoniáis la fe en los
misterios que exteriorizáis con devoción y dignidad
cristiana, ofrecéis admirables catequesis plásticas en
vuestros recorridos por calles y plazas gaditanas y ceutíes.
A todos recuerdan el misterio de nuestra salvación, es
decir, de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús y
las verdades de nuestra fe, expresiones cargadas de piedad
religiosa, con la belleza recogida en nuestros “pasos”con
todo ese potencial y carga de verdadero humanismo cristiano
que supone haberlos construido, conservado y enriquecido.
Ver al Señor por nuestras calles nos tiene que conducir a
pasar “de lo visible al amor de lo invisible”. El es “imagen
de Dios invisible” y es el primero de una nueva humanidad.
Contemplándole en los pasos procesionales y celebrándole en
la liturgia hemos de identificarnos más con Él.
Las Hermandades y Cofradías de Semana Santa, tan numerosas y
entusiastas en toda la Diócesis, sois las que recogéis,
sobre todo, este torrente de piedad y religiosidad.
Os invito, con todo cariño e interés a que viváis en
profundidad esta Semana Santa. Contad conmigo, pues me
siento hermano de todos.
Contemplad el rostro doliente y sereno de Cristo y de María,
su madre, y procurad armonizar en los desfiles procesionales
también horarios y compromisos, para poder participar en las
acciones litúrgicas de esos días. Os invito a participar,
sobre todo, en la Vigilia Pascual, para uniros al triunfo de
Jesús Resucitado y renovar vuestro compromiso de bautizados.
Os deseo una feliz Semana Santa del 2007
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