El salón de la quinta planta del
hotel Tryp presentaba un aspecto de fiesta grande. Lleno a
rebosar. Y ambiente tan distendido cual extraordinario. El
motivo lo merecía: se degustaban los productos de un pueblo,
El Puerto de Santa María, debido a que por la mañana se
había presentado el cartel de su Fería, dedicada, en esta
ocasión, a Ceuta. Conque en la noche del jueves se vivía ya
un anticipo de lo que puede dar de sí la caseta de los
ceutíes en unas fiestas coincidentes con el momento cumbre
de la primavera portuense, donde la alegría reina por
doquier, donde a nadie se le permite que se sienta
desplazado, y donde todo forastero es uno más, tan pronto
acepta la primera copa de vino fino.
Pero no es de ese acontecimiento en El Puerto, que será
cuando abril esté dando las boqueadas, de lo que yo quiero
hablar. Lo que hoy me apetece relatar son algunos de los
comentarios habidos en los diferentes corrillos que se
fueron formando bajo la alegría que concitaba el motivo por
el cual fuimos convocados los asistentes.
Antonia María Palomo, más vitalista que nunca, se
explicaba sin tapujos ante la mirada atenta y el oído presto
de quienes la circundábamos. Claro que llevaba razón la
secretaria general de los socialistas de Ceuta, en algunas
denuncias. Mas el egoísmo de los políticos, en lo tocante a
ensalzar sus logros y desde luego a desmerecer los de la
oposición, forma parte de un juego que, verdad es,
últimamente se está saliendo de madre.
De cualquier manera, la mala suerte de Antonia María es que
sus aspiraciones a la presidencia de la Ciudad hayan
coincidido con el momento estelar de Juan Vivas. De
no haber sido así, a buen seguro que ella sería la candidata
más votada. Y así se lo dije, una vez más. Aunque también le
hice saber que mucho me gustaría que las urnas fueran
generosas con ella. Sobre todo porque, durante gran parte de
la conversación, anduvo con ganas de agradar y a fe que lo
consiguió a ley. Y eso que venía de haber asistido al adiós
definitivo de María Miaja. Una socialista histórica.
Tal vez por ello, los socialistas no han querido airear aún
la condena de Malika Abdselam y de su marido, Luis
Morte. Lo digo para que algunos no crean que se les ha
olvidado el caso a los residentes de la calle de Daoíz.
Andrés Domínguez, compañero en este periódico,
siempre a cuestas con su buen carácter, por eso lo he
elegido como mi mejor conocido, estaba alegre... Y todo
porque en el III Congreso nacional de Periodismo Antonio
López Sánchez-Prado, se habían acordado de que ADE es el
decano de la prensa de esta tierra. Y recibió
reconocimientos a su labor.
Cuando fui a despedirme de Juan Vivas, candidato
colocado y ganador, estaba conversando con Rafael Osborne.
Hijo de uno de los Osborne más querido en la
bahía gaditana: Tomás Osborne. Lo lógico era contarle
al hijo la anécdota correspondiente vivida con su padre, en
vista del afecto que aquel gran señor me dispensó siempre.
Rafael, con su porte de Osborne auténtico, con lo que ello
significa en mi pueblo de nacimiento, se emocionó con mis
palabras.
El presidente de la Ciudad, mientras tanto, se agarraba a la
risa como único modo de aguantarme. Luego, y dado que el
vino fino comenzaba ya a dejarse notar, pues es bebida que
alegra con rapidez y nos hace mejores, si lo bebemos en
dosis adecuada, JV me regaló el oído a su manera. Y a mí se
me fue la lengua ante los ditirambos: Juan; te has ganado
con creces mi voto el día 27, le dije.
Tras despedirme de quienes tocaba, pasadas las diez de la
noche, ADE yo decidimos darnos el piro de una fiesta que
transcurría acorde con la ilusión puesta en ella por dos
ciudades marineras. Otro éxito de Turismo.
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