Decía Einestein, ese gran sabio
que dio la Humanidad, que tenía dos principios
fundamentales: uno que el Universo era infinito y dos que el
hombre era estúpido. Del primero acostumbraba a decir que
tenía ciertas dudas, pero que del segundo no tenía duda
alguna. Y uno, que no le llega a la suela de los zatos a la
inteligencia del sabio, piensa que en el segundo de sus
principios estamos totalmente de acuerdo. Los hombres somos
estúpidos.
Habrá algo más estúpido qué el matarnos los unos a los otros
sabiendo, además, que en esas guerras siempre mueren los
mismos, los más pobres. Porque a las guerras van, siempre, a
combatir los más desfavorecidos para que, al entregar sus
vidas, otros sean cada día más ricos. En las guerras son
donde se demuestran la mayor estupidez del hombre.
Las fábricas de armamentos, sin duda alguna, en esas guerras
son las más favorecidas, las que más dinero ganan con la
venta de las armas fabricadas. Puesto que, de no haber
guerras, todos los emporios conseguidos por la fabricación
de armamentos se vendrían abajo.
Las guerras todas son estúpidas e insistimos es donde se
demuestra con mayor intensidad la estupidez del hombre,
matándonos los unos a los otros y en la mayoría de los caso,
por no decir todos que es, realmente, lo que deberíamos
decir, se acrecienta esa estupidez porque si les
preguntarán, a los que están participando en ellas, cuáles
son los motivos de ir, a las misma, con toda seguridad que
no sabrían las razones de encontrarse en ellas combatiendo
contra alguien que no les había hecho nada. Es más ni habían
visto al enemigo en su vida.
Sin embargo, a pesar de que todas las guerras se producen
por la estupidez del ser humano, hay quienes creen que unas
guerras son legales y otras ilegales. ¿Cuáles son las
legales y cuáles son las ilegales. Dónde están las
diferencias entre unas y otras?.
Las diferencias entre unas y otras, según los que consideran
que unas guerras son legales es que, a esas guerras llamadas
“legales” se van por orden de la ONU. Y si la ONU lo ordena
no hay más que hablar. Pues lo ordene, la ONU o lo deje de
ordenar es una guerra igual que otra, donde van a morir
muchos inocentes que no han tenido culpa de nada y, además,
no saben el por qué están combatiendo en ellas.
Todas las guerras, lo diga quien lo diga, son ilegales y,
por ende, estúpidas. Pero la estupidez de los humanos y la
ambición que, siempre acompañan a aquellos que adoran el
dinero, hacen posible esas luchas, a las que los pobres
vamos sin saber, el motivo por el cuál vamos a algo que nada
nos puede aportar, a no ser la muerte.
La única recompensa que les puede quedar, a todos aquellos
pobres que van a las guerras, es que todos esos que se harán
más rico o más poderosos, no se podrán llevar, a ninguna
parte, el capital amasado el día que tengan que abandonar
este mundo. Y, sobre todo, la enorme satisfacción que todo
ese capital amasado, que cuidaron con tanto esmero incluso
viviendo sin gastar, será dilapidado por los que vengan
detrás que formaron el núcleo familiar pero que, hasta su
muerte, no pudieron disfrutar de esa fortuna. ¡¡Maldita sean
todas las guerras!!
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