A ver si nos aclaramos y no me
toman más el pelo. Cuando hago referencia a Ceuta, su
paisaje y su paisanaje desde mi lejanía geográfica, justo al
otro lado de los mares, ustedes me premian con fulminaciones
tipo “Lo de aquí ya nos lo tenemos muy visto” y “¿Es que
pretende apuntarse al contingente de palmeros de Vivas o de
plañideras en torno a Vivas?”. Lo que me hace deducir que,
los escasos lectores que me premian con su atención durante
unos minutos, conocen al dedillo la realidad ceutí y opinan
que, en torno a la Presidencia de la ciudad existe una
sólida infraestructura de personajes que pululan según les
va a sus intereses. Normal. Como en todos los lugares, el
clientelismo existe desde el principio de los tiempos y
quien no logra ser cabeza de ratón, se conforma con ser
pulgosa y cimbreante cola de león. Aunque hay que tener en
cuenta que, un ratón sin cabeza no puede sobrevivir,
mientras que un león sin cola mantiene su majestuosidad, aún
con el muñoncillo despojado. Con lo que deduzco que, el
mundo político y las cloacas de la política son, desde
siempre, un todo monolítico y no compartimentos estanco
desvinculados entre sí.
Pero me trae al pairo, en general tienen ustedes suerte,
porque su fauna política es presentable, el Presidente no ha
contratado a arquitectos minimalistas para que destrocen la
ciudad y la dejen sin alma, no recalifican pulmones verdes
ni espacios naturales, ni caen en el expolio de demoler
muestras arquitectónicas dignas de ser bien de interés
cultural para levantar bloques de apartamentos de cincuenta
metros a precios inaccesibles. Me parece que, a ustedes no
les amargan con prepotencias y arbitrariedades, ni destrozan
sus parques y jardines históricos para rediseñarlos y que
queden más horteras que ponerle música de pachanguéo a las
Cantigas de Alfonso X el Sabio. Y encima tienen mucho
movimiento en el plano de las actividades culturales y eso
impregna a las ciudades de calidad de vida, aunque, por lo
que leo, exposiciones de pintura no hay muchas y escuela de
idiomas dirigida al turismo estudiantil europeo tampoco. Y
eso que, las estructuras de la ciudad resultan atractivas
para el turismo de idiomas porque tienen buen clima, playas
y bares con tapas que es lo que más anhelan los guiris
cuando aterrizan en el sur del sur, porque llegan esmayaítos
de sus países, hartitos de comer sándwiches de pan integral
con una rodaja de pepino y mostaza y se ponen delante de una
tapa de callos y se les saltan las lágrimas de
sobrecogimiento.
Y si llegan a la Campana que era el centro de recuperación
nutricional de mi descansado hijo Gabriel Pineda y de esta
escribidora, los guiris ven esas bandejas de pasteles que
son la bendición de Dios y les puede entrar un pasmo ante la
abundancia. En Ceuta se puede lograr, a mi entender, una
buena calidad de vida, con un ferreo control tipo Sarkozy de
la inmigración ilegal, una aplicación más que estricta de la
Ley de Extranjería y ofertas de trabajo para los parados,
por ejemplo, que se sumen a los jornaleros que, por miles,
están saliendo de Andalucía hacia la vendimia francesa. Será
que, a los andaluces no se les caen los anillos a la hora de
meterse kilómetros entre pecho y espalda para buscar un
trabajo y un jornal, porque saben que, el curro, no se lo
van a llevar a la puerta de sus casas, ni les gusta que, el
Gobierno, les trate en plan paternalista. Y subsistir a base
de ayudas y de subsidios es, sencillamente, indigno,
mientras exista en cualquier lugar de Europa una remolacha
que recolectar o unas escaleras que fregar. El paternalismo
baboso o el proteccionismo excesivo, tan solo forja gandules
y abúlicos y eso no casa con el carácter ibérico.
¿Pinceladas ceutíes? Un café en la terraza de la casa de
Mario barajando recuerdos y anécdotas, un garbeo por la
calle real con Karim, la perla de IU, una procesión de
semana Santa con mi director, Antonio, de alma cofradiera y
al que le conmueve más una saeta que a un guiri una tapa de
pintarroja al adobo. Y el espectáculo cromático de esa obra
de arte que es el crepúsculo ceutí. ¡Que linda y telúrica
ciudad ¡
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