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OPINIÓN - JUEVES, 29 DE MARZO DE 2007

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Recuperación del Urbanismo

Desde que con una Ley de Acompañamiento a los Presupuestos Generales del Estado de 2000 se retiraron las competencias urbanísticas a Ceuta y Melilla con la sana excusa -entonces- de no permitir que el ‘zorro vigilara el corral’, es decir que el GIL no metiera mano en el suelo público -uno de los grandes objetivos de quienes manejaban entonces el cotarro-, las ciudades autónomas han estado en inferioridad de condiciones respecto de las demás autonomías una vez que se extinguiera en mitad de 2001 el peligro gilista.

Aún más, después de la contundente victoria popular en las locales de 2002 -con lo que quedaba claramente restablecida la responsabilidad entre los que se encuentran comprometidos con los intereses democráticos y el estado de derecho-, se ha demorado incluso hasta hoy día la recuperación de las competencias urbanísticas para estas dos ciudades autónomas.

No obstante, y dado que la Ley del Suelo propiciará un más que severo control estatal ante los desmanes descubiertos por algunas corporaciones locales, permitidas por las administraciones autonómicas, se pretende que tanto Ceuta como Melilla dispongan cuanto menos de las mismas posibilidades que los demás entes autonómicos o, incluso, disponer si acaso de los mismos derechos con los que contarían los municipios de más de cincuenta mil habitantes.

El Grupo Parlamentario Popular en el Senado trata de conjugar, mediante su propuesta en base a cuatro enmiendas concretas para Ceuta y Melilla, que se restablezca al menos el equilibrio justo entre las adminstraciones autonómica y estatal que garantice el dinamismo y la agilidad en los procedimientos urbanísticos en el ámbito local conjugándolo con la participación del Estado.

En cualquier caso, se hace necesario no obstante, que el Gobierno central mediante la Delegación del Gobierno establezca una oficina concreta -probablemente en el área de Fomento- con el objeto de evitar la actual situación ciertamente denigrante en el que desde Madrid alguien que no conozca Ceuta se erija en el todo poderoso gestor de las necesidades urbanísticas de los ceutíes. Lejos ya del ‘miedo’ a que los no alineados al estado de derecho ‘metan mano’, se hace necesario, apelando a un justo trato, que se revise con inmediatez este asunto.
 

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