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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 28 DE MARZO DE 2007

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

El que espera, desespera
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

No voy a referirme en absoluto a las esperas ante las municipales. Los codazos de los trepas y las argucias de los conseguidores para apuntalarse en una lista , ni me interesan, ni son mi guerra. Considero la paridad por ley una pamplina buenista y el toque étnico una empachosa cursilada y, por supuesto, no destilo hiel y vinagre contra los menganillos del carguillo, aunque opino que, en España, sobran exactamente las tres cuartas partes de cargos electos y de palmeros de confianza porque, con menos pero más cualificados e infinitamente más tecnócratas, funcionaríamos mejor y encima ahorraríamos dinero, con lo que se paliaría el despilfarro existente desde la dorada Transición. Pero no es mi guerra, porque, para mi sensibilidad, lo que de verdad importa va por otros derroteros muy diversos a las dietas, los kilometrajes, los sueldos y las pensiones blindadas. A mí me llega, por ejemplo, la gente que espera. ¿Qué preguntan? ¿Qué les aclare lo que están esperando? Pues todo. Para lograr algo, normalmente hay que hacer cola, guardar turno, pedir la vez y armarse de paciencia. Las largas esperas vienen a ser una característica existencial de la gente corriente, de los pepitos y las marujas, porque los privilegiados no suelen hacer cola, sino que les cuelan y les atienden quebrando la cintura y con sonrisa profiden.

¿Han visto ustedes en alguna ocasión a un Ministro o a cualquier Excelentísimo Señor pidiendo el número de la Seguridad Social o haciendo pasillos en la puerta de un Juzgado? Yo jamás, puede ser también que, las autoridades no enfermen porque se encuentren inmunizados o que sus familias no acostumbren a permanecer en la puerta del Juzgado de Guardia, niños incluidos, cambio de dodotis incluido y rifirrafe por los nervios casi garantizado. ¿Qué que pasa con los malayos? Bueno, esos han democratizado un mucho la Justicia y han popularizado a las señoronas rubias con mechas y a los caballeros con look Sotogrande en las colas del peculio de Alhauvips de la Torre, aunque lo cierto es que, desde el malayeo, esa cárcel está más pija que nunca, sus frondosos jardines son estilo andalousí y están llenos de esculturas avant garde, por lo que también se la denomina Alhauchic de la Torre. La verdad es que, con las movidas urbanísticas parece que mucho político puede correr el riesgo de que, sus señoras, permanezcan las setenta y dos horas angustiadas a las puertas de una comisaría, figurándose, pero sin ni imaginarse, lo que suelen ser los calabozos en España. ¿Qué dicen? ¿Qué si los guardias maltratan a los detenidos? Bueno, para mi opinión, el que vocalice ese infundio es un hijo de la gran puta, de hecho, si los detenidos encuentran un rastro de humanidad, consiguen un cigarro camuflado o reciben una palabra de ánimo es de boca de los encargados de su custodia. Yo he visto a policías y a guardias civiles compartir el tabaquillo con los presos y gastarse su propio dinero en conseguir un botellín de agua para un detenido sediento. Y consolar a las familias que esperan en la puerta. ¿Qué en qué puerta? Pues en la de la comisaría, el cuartelillo o el Juzgado, porque, maderos y picoletos son , en la frialdad del engranaje judicial y policial, una avanzadilla de “los nuestros” y sienten nuestros sentires y padecen nuestros padeceres y sudan para llegar a fin de mes con sus salarios de miseria, como nosotros. Y por eso entienden la angustia y la incertidumbre de la espera.

A mí las FOP a escala básica se me asemejan al personal sanitario y no solo por el rácano sueldo, sino porque hacen de su vocación un estilo de vida que es puro acercamiento a las zozobras del prójimo. Esperar… Eso me hace recordar una frase de Sciascia en la novela “Los primos de Sicilia” era relativa al comandante Carini del que decía que era un hombre que, pese a parecer no esperar nunca nada, llevaba en los ojos el corazón mismo de la esperanza. El que espera desespera, pero lo fundamental es que espere con esperanza.
 

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