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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 28 DE MARZO DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Los bajitos
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

España destaca en baloncesto: somos los actuales campeones del Mundo. De ahí que hasta exportemos jugadores a la NBA. Nuestros tenistas son cada vez más altos, más fuertes, y varios de ellos compiten en el circuito con resultados extraordinarios. Destacamos en balonmano, en juegos playeros, en natación... Para conseguir tales logros, no cabe la menor duda de que los participantes han de contar con una extraordinaria condición física de base.

También, al margen del deporte, nuestras modelos y actrices destacan cada vez más en sus respectivas profesiones. No sólo por su talento sino por la figura que lucen. Las españolas, en general, son ya mujeres de mucho garabato. Féminas que hacen deporte y cuya afición al gimnasio las hace llamar la atención cuando pisan fuerte.

Ante semejante y extraordinaria realidad, nada tiene que hacer ya el tópico de que España es un país de señores morenos, bajitos, cetrinos, de adustez congénita y proclives a mantenerse permanentemente cabreados. Mas nada de lo dicho parece ser que convenza a quienes aún siguen empeñados en airear que los futbolistas españoles son unos escuchimizados. Que han crecido más o menos raquíticos, desnutridos, y por tanto están carentes de las valencias físicas exigibles para dar la talla en competiciones internacionales. Con lo cual tratan de justificar los continuados y rotundos fracasos de la selección española. De la A. Claro es.

Se resalta, eso sí, que en Barcelona es el único sitio que a los jugadores bajitos se les aprovecha hasta límites insospechados. Por lo que cuentan, en la Masía, cuando ven a un chico de los que tienen el tren inferior pegado a la yerba, lo preparan para que juegue a algo que Andrés Montes -¡qué horror de narrador futbolístico!- ha bautizado como tiqui-taca.

Arquetipos de ese laborar catalán, actualmente, son Xavi, Iniesta, Cesc... Y a ellos se encomendó Luis Aragonés para darle un estilo propio al equipo español. Un estilo basado en la posesión del balón. Toque y desmarque, una y otra vez, aun a costa de olvidarse que existe un portero rival al cual hay que poner a prueba.

Los jugadores bajitos causaron furor en dos partidos durante el último Mundial. Fueron elogiados como los inventores de este deporte. Con una exageración rayana en la catetez. Hasta que llegó Francia, con figuras en tiempo de declive, sin mucha condición física, y nos puso en nuestro sitio de costumbre. El estilo de España, ese de tener siempre el balón sin hacer goles, le había fallado al seleccionador. Y éste volvió a jugar sin estilo. Con lo cual consiguió que se le echaran encima todos los periodistas que abogan porque el equipo español, ante ese bulo de que los futbolistas carecen de condición física de base, sea formado por los jugadores menos altos del lugar y con mejor manejo del balón.

Yo les preguntaría a tales lumbreras si el nivel de vida de los niños brasileños, por poner un ejemplo, les permite comer más y mejor y recibir más y mejor preparación desde que acceden a las categorías inferiores. Mi respuesta es que no. Pero, a pesar de ello, los brasileños surten el mercado mundial con jugadores dotados físicamente y casi todos propietarios de unas habilidades que son deleitosas

La selección española, en su partido frente a Dinamarca, aun estando los daneses con diez, sufrió lo indecible para ganar. Lo cual puso histérico al seleccionador. Que se fue a su casa para ver en vídeo si los bajitos habían sido la causa de jugar sin estilo. Y a ellos les echó Aragonés la culpa. De los bajitos se salvó sólo uno: el portero. A quien le perdonó su miedo a salir para interceptar un saque de banda repetido hasta la saciedad. Hay bajitos bien patrocinados.
 

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