Los líderes de los partidos, en el
asunto este de la política, tienen que ser como la mujer del
César, no sólo serlo sino parecerlo para evitar, con ello,
ciertas conjeturas que pueda hacer el personal a la hora de
valorarlos.
Mal camino llevarán, todos aquellos líderes que pueden tener
colgado el cartelito de que son buenos, unos auténticos
fenómenos a los ojos del personal, si este empieza a dudar
de que tenga esa capacidad para gobernar que se le ha
otorgado pero que, a la hora de la verdad, su especialidad
es poner paños calientes, sin decidirse a dar un golpe seco
sobre la mesa haciendo saber, a todos, quien es el que manda
y ordena sin aceptar imposiciones de nada ni de nadie. De
ahí el que además de serlos tienen que parecerlos.
Ser líder encierra una gran responsabilidad, tanto en
cuanto, son muchos los que confían en él para que les
solucione sus problemas. Incluso cuando en las pandillas de
amigos se elige un líder, de la misma, éste sin quererlo
adquiere la responsabilidad de ser el que tiene la
obligación de solucionar cualquiera de los problemas, que
dentro de esas pandillas de amigos, se puedan dar. Aún en
los momentos más delicados, tiene que demostrar el por qué,
toda la pandilla de amigos le eligió a él, como jefe de la
mismas.
Cualquier error, por pequeño que sea, a la hora de tomar una
decisión será valorado muy en su contra, por todos aquellos
que confiaron plenamente en su liderazgo. Y desde luego
jamás le perdonarían el dejarse manejar por algunos de los
componentes de la pandilla. Eso, además de ser una traición
a la confianza de- positada en él, sería considerado una
perdida, total y absoluta, de todos los valores que sus
amigos al elegirlo como líder de la pandilla le habían
supuesto que poseía, al considerar tales perdidas que
carecería de los méritos suficientes para ser el líder,
cuando sólo eras un simple muñeco dejándose manejar por
cualquiera del grupo.
En los líderes, sean políticos o simplemente de pandillas de
amigos, da lo mismo, se busca encontrar a la persona mejor
capacitada para otorgarle ese liderazgo, con el que tanto
sueñan algunos. A sus conocimientos culturales, estos
también se tienen en cuenta, hay que añadirle otros
elementos primordiales, como son el saber estar, en todo
momento, a la altura que las circunstancias requieran,
incluso se le exige ser algo dictador llegado el caso, al
tener que tomar algunas decisiones y que, estas, no le hagan
temblar el pulso si, en algunas de esas determinaciones,
tiene que eliminar a algunos de la pandilla que le quiera
imponer su voluntad en algunas ocasiones.
El líder, el de verdad, el auténtico, el que no se debe
dejar manejar por nada ni por nadie, no puede tener un
momento de vacilación al tomar esas determinaciones de hacer
que, algunos, abandonen el barco en el que están subidos. Un
temblarle el pulso a la hora de tomar esa decisión de no
permitir que nada ni nadie le quiera hacer la menor
imposición, ser un gran fracaso y la perdida de confianza de
todos los que la habían depositado en él. La cobardía y el
dejarse manejar como un pelele aceptando imposiciones, es
una muestra de que sólo es un líder con píes de barro.
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