La palabreja “fashion” de estas
jornadas es “crispación” y lo es porque, la clase política,
ha elevado levemente el nivel de sus críticas mutuas y se
atacan de forma educada y por riguroso turno. Los populares
lanzan fulminaciones por la forzada absolución del
delincuente Otegui y los socialistas acusan a los peperos de
“extremismo”. Y ambas partes se sienten por igual
extraordinariamente zaheridas, vejadas e insultadas por una
especie de palabrería crítica, pero tremendamente insulsa,
donde la sangre jamás llegará al río.
“Se nota, se siente, que los políticos están ausentes”
¿Crispación dicen? En efecto, más que crispación,
desesperación, entre los miles de jóvenes que hace pocas
fechas salieron a las calles, al son de los tambores y
aplaudidos por todos los españoles exigiendo una vivienda
digna que no signifique el caer en manos de los tiburones de
la banca e hipotecarse y empobrecerse para el resto de sus
vidas. ¿Qué partido político, entre tibio insulto y ñoña
respuesta será capaz de proponer la creación de una Banca
Nacional, con intereses blandos, que sea un auténtico
servicio público y permita escapar a los españoles de la
usura bancaria? Vamos, digo yo que si, indigenistas medio
lelos como Hugo Chavez o Evo Morales nacionalizan, la cosa
no tiene que ser tan peliaguda y farragosa.
Banca Nacional al servicio del pueblo, brear a los
especuladores inmobiliarios y obligar a sacar al mercado a
precios reales y realistas los cientos de miles de viviendas
desocupadas que existen. ¿Qué por qué insito en precios
reales y realistas? Porque, no sé si en Ceuta, que parece un
lugar más controlado y más civilizado, pero en la Península,
cualquiera que tiene noventa metros en un lugar miserable,
sueña con los mil euros, aunque el alquiler real y el precio
de mercado no excediera de los trescientos, porque alquilan
los pisos, no por habitaciones, sino por camas a los
inmigrantes que, a su vez, realquilan y así proliferan los
pisos-patera. Sin orden ni control, mientras que cualquier
familia que no esté dispuesta a pagar por ocho horas de
ocupación de un colchón mugriento sino que necesite un lugar
donde vivir con sus hijos de manera “normal” se ve
imposibilitada a acceder a un alquiler. Y los jóvenes, si
son afortunados, consiguen de los buitres especuladores,
treinta metros a compartir y dejándose en ello medio sueldo
de mileurista sin perspectivas. ¿Crispación cuentan? De
acuerdo. Existe y mucha, muchísima y totalmente al margen de
los “insultos” de colegio de los Maristas años cincuenta que
se dedican los pertenecientes a esa casta de privilegiados
que se han enchufado a la teta pública y tienen ya la vida
resuelta, entre sueldos y pensiones blindadas. A ver, a ver
que lider anuncia para la campaña la anulación absoluta de
las pensiones millonarias de los altos cargos, con efecto
retroactivo y el que quiera cobrar en la jubilación, que se
apunte a un plan de pensiones y apoquine como el resto de
los españolitos. Esa es una propuesta decente, honrada,
popular y tendente a acabar con la crispación existente.
Porque ¿Quién es el pamplinas que puede creer que, los
hipotecados y preocupados ciudadanos se conmuevan o crispen
por las educadas estupideces con las que los políticos se
adjetivan mutuamente? ¡Anden y que les den! Porque, si la
clase política fuera digna , decente y estuviera en sintonía
con los sentimientos del pueblo, si la pandemia española se
llama “mileurismo” ellos, por coherencia y por vergüenza,
tendrían que ser los primeros mileuristas para dar ejemplo
de solidaridad, cercanía y austeridad. ¿Qué un posturas dice
que hay ambiente guerracivilista? ¡Y un carajo! Los
rifirrafes del politiquerío no son los nuestros, lo que hay
en ambiente guerramamoneísta, sublevación civil contra la
injusticia y el mamoneo y ahí está la auténtica crispación.
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