Un centro de recuperación de fauna norteafricana para
proteger a todas las especies que arriban a la Ciudad
Autónoma con una perspectiva de difusión turística. Los
ecologistas piden no tener que esperar más para que este
proyecto se haga una realidad tangible. Decenas de especies
acuáticas y aves marinas llegan eventualmente heridas a la
costa de Ceuta y su rehabilitación depende de la voluntad
individual porque en los seis años que llevan solicitando el
centro, “no se ha dado respuesta gubernamental a pesar de
disponer de las competencias”, lamenta el biólogo Álvaro
García.
‘Chinchorrita’ ha sido la última en marcharse sana y salva.
Ayer, el barco del Desnarigado, parado a la altura del
Sarchal, fue la plataforma de lanzamiento del ejemplar de
tortuga boba ante la atenta mirada de una treintena de
personas -más niños que adultos- que contemplaban como el
animal proseguía su viaje. Junto a ellos, el humorista
Moncho Borrajo, acompañado del joven Jaime, fue el
encargado, al más puro estilo ‘Operación Tortuga’, de
lanzarla al mar. El buzo del Centro de Actividades
Subacuáticas, Juan Carlos Rivas, hizo el resto.
Con aproximadamente 25 años y más de 70 kilos de peso,
‘Chinchorrita’ llegó a la ciudad con una infección que dañó
su capacidad de flotar y la dejó con las defensas muy bajas.
Desde hace una semana ha vivido de día en un barco -con el
que comparte el nombre-, dentro de un cubo de agua salada, y
de noche en una caracola del Puerto Deportivo prestada por
Mahersa.
“Llegan demasiados animales así, el centro de recuperación
permitiría dignificar su situación”, explica García.
Reunión con la Ciudad
El objetivo de los ecologistas podría tomar impulso esta
semana con la reunión que mantendrá Álvaro García con el
presidente Juan Vivas. La idea es que el Partido Popular
incluya la propuesta en su programa electoral. La idea es no
invertir más de 30.000 euros iniciales en este proyecto que
podría situarse en los terrenos de la vieja cárcel de
mujeres o en el antiguo CETI de Calamocarro y que
necesitaría unos tanques, como los de la piscifactoría
antigua, y vehículos para el transporte de los animales. El
apoyo de la Viceconsejería de Turismo, las Cajas de Ahorro o
Procesa haría lo demás, desglosa el ecologista en
representación de Septem Nostra.
“Espero y deseo que esta sea la última vez, que esto no se
quede en el estanque de la memoria”, exigió García. El
biólogo no fue el único empeñado en dar la voz de alarma.
Ayer, Moncho Borrajo también quiso sumarse a sus peticiones:
“Señor presidente, échele una mano a la tortuga, estos
pobres animalillos no tienen la culpa del cambio climático”.
La despedida se materializó en tres pescadillas que
sirvieron de última cena.
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