El 75% de los profesores coinciden en que la educación ha
empeorado en los últimos treinta años; queda, pues, probado
el descontento con los resultados de la LOGSE. Los docentes
en activo han vivido diferentes reformas educativas, y el
porcentaje reseñado volvería a la estructura organizativa de
los años 70 y 80, es decir, a la Ley General de Educación de
Villar Palasí. Son los profesores de Secundaria y los de los
centros públicos los que añoran en mayor medida la situación
anterior a la LOGSE. Por otra parte, el mismo estudio,
recoge que el profesorado, no se siente valorado socialmente
ni reconocido por la Administración. Lo que más valoran es
el reconocimiento de ser un buen profesor y una persona
íntegra. Los docentes piensan, en relación con las familias,
que las buenas relaciones y la confianza son sus principales
valores, mientras que la despreocupación por sus hijos y el
que los desautoricen ante ellos, son aspectos frustrantes.
La falta de esfuerzo del alumno les causa preocupación. Y
como punto importante “que se debe enseñar valores con el
ejemplo”. Pero, ¿por qué ese porcentaje tan elevado
considera que, en los últimos treinta años, la educación ha
empeorado? ¿Por qué se añora a la Ley del 70? ¿Por qué para
muchos no era necesaria la aparición de la LOGSE? La Ley del
70 era una necesidad. En la década de los 70 todos los
países del mundo, acudiendo a la llamada de las Naciones
Unidas, pretendieron esforzarse en potenciar al máximo el
capital humano de su educación, como primera y fundamental
variable de su desarrollo. Nuestro Gobierno de entonces
–últimos años del franquismo- puso en marcha como primera
aportación, un nuevo sistema educativo más social, más
eficaz y mejor adaptado a la evolución que la sociedad
española había experimentado, singularmente en los tres
últimos decenios, desplazando a la ya arcaica Ley de
Instrucción Pública de 1945. Me tocó recibir la Ley del 70.
Fue bien aceptada por los maestros, pese a, como suele
ocurrir, sin el consenso necesario, sobre todo en esos
momentos. Pero, repito, fue bien recibida. De ahí su alto
porcentaje de enseñantes que la echan de menos. La educación
General Básica fue concebida como el nivel de escolaridad
capaz de proporcionar al alumno los conocimientos, valores,
actitudes, hábitos y destrezas de los que nadie debe carecer
y que le permitirán desenvolverse en la variedad de
situaciones en que presumiblemente se verán envueltos; una
educación integral, abarcando todas las facetas de la
personalidad humana en sus dimensiones individual y social…
En una reciente conversación con un amigo, también con la
añoranza de la EGB, ya que él fue sujeto activo de ella, y
viendo la deriva que lleva la educación, observada por la
trayectoria de sus hijos, no entiende nada de lo que está
sucediendo, y arremete contra aquellos que tuvimos que
realizar el cambio. Piensa el padre decepcionado que fuimos
culpables de la implantación de la LOGSE, que no hicimos la
suficiente presión, la movilización necesaria para su
rechazo. Olvidaba mi querido interlocutor que, por nuestra
parte, no tuvimos más remedio que aceptarla, en contra de
nuestra voluntad. De nada sirvieron aquellas reuniones que
mantuvimos con los representantes del Ministerio, que venían
vendiendo la nueva como la panacea que resolvería los
supuestos problemas de la Ley anterior. En mi caso, no me di
por aludido, porque en lo referente a los contenidos de las
áreas de mi responsabilidad, me mantuve fiel a mi EGB. A
punto de finalizar mi tercera experiencia literaria, mi
libro, “Un antes y un después”, básicamente dedicado a mis
alumnos de la EGB, ellos, protagonistas directos del libro,
ponen de manifiesto los éxitos conseguidos por ellos, y la
situación de sus hijos y nietos. Me tocó despedirla. Un
triste día, cuando el 30 de Junio de 1997, dijimos adiós a
la mejor Ley de Educación de los últimos cuarenta años. Mis
últimas palabras a aquel mi último curso de la EGB, fueron
éstas: “Creo, Dios quiera que no me equivoque, que he ganado
buenos amigos y amigas. ¡Yo también me lo he pasado bien! Y
en los años que me quedan de ejercicio, bien desearía que
los cursos que tengo que atender fueran como vosotros…”
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