Aquí, en esta tierra mía y de
ustedes por supuesto, se suceden las cosas de forma tan
rápida que, como decía la sabia de mí abuela no se puede
perder puntada o te quedas atrás. Cómo será la cosa, que
faltas unos días y si no te pones las pilas quedas
totalmente desfasado y fueras de sitio. Así que visto, lo
visto, decido ponerme al día lo más rápidamente posible para
estar en situación de poder afrontar con total garantía
cuantos acontecimientos se avecinan en nada de tiempo. Y es
que el tiempo corre que vuela, y el veintisiete de mayo
está, como quien dice, a la vuelta de la esquina y, por
supuesto, tienen que suceder cosas importantes antes de la
llegada del mencionado día.
No me ha dado tiempo de respirar el aire de la otra orilla y
ya, en un suspiro tenemos un nuevo medio de comunicación, al
que según mis noticias, en escaso espacio de tiempo, se
unirá otro no escrito. Esto va a ser la releches en
bicicletas. Seguro que, de estar aún entre nosotros, la
sabia de mí abuela me soltaría aquello de “no cabíamos en
casa y parió la abuela”
Igual la sabia de mí abuela estaba equivocada en este acerto,
cosa que dudo mucho porque, entre otras cosas, mí abuela se
equivocaba en muy contadas ocasiones. Pero es que, desde mi
particular e intransferible punto de vista, los medios
existen si hay “medios” para que existan. O sea cosas, como
decía uno cuando pequeño, “toda la culpa la tiene el maldito
parné. En el momento en el que hay el suficiente parné todo,
en esta vida, está solucionado.
Me hubiese gustado una jartá estar en la presentación del
evento porque, entre otras cosas, me emocionan todos los
nacimientos del mundo. Una pena, que no sé con certeza si
podré soportar el no haber asistido a semejante nacimiento.
Aunque pensándolo bien, igual no me hubiesen invitado a
pesar de ser, por méritos propios, el decano de la prensa
escrita en esta tierra. Oiga, amigo guardia, no es por nada
pero hay personajillos que no soportan semejante situación.
Cosa, por supuesto, que me la trae al fresco del poniente
porque, toda mi viva, he pensado que esa son cosas que no
valen para nada. Lo único que, a lo largo de mi vida, he
pensado es en tratar, cada día, de hacer mi trabajo lo mejor
posible sin tener que agradecerle nada a nadie y, mucho
menos agacharme dando cabezasos mientras pronuncio el “si,
bwana”.
La libertad por la que he luchado siempre, me ha permitido
decir lo que me ha dado la gana sin tener que pedirle
explicaciones a nadie, ni ser esclavo de una gratitud hacia
determinados personajillos, analfabetos con gorra y pito de
mando que todo lo compran con dinero. Pero, ojo, con dinero
que precisamente, no son suyos. ¡Que bonito es jugar con el
dinero de los demás!
Y hablando de dinero, hoy día, no hay cosa que deje más
dinero que el asunto del ladrillo donde una buena empresa,
buscando la recompensa correspondiente se puede gastar,
tranquilamente, veinte hermosos kilos de las antiguas
pesetas, en una publicidad. Sembrar para recoger que se
llama eso. Y, en estos momentos, tal y como están montadas
las cosas ni te cuento, serrana del alma, lo que puede dar
de si esos veinte kilos de nada a fondo perdido.
Y mañana será otro día donde, por supuesto, contaremos
muchas más cosas sobre mentiras y engaños.
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