Solemos saludarnos desde hace ya
mucho tiempo. E incluso, en ocasiones, decidimos pararnos y
nos da por echar una parrafada. Por ello sé que vivió gran
parte de su vida en Marruecos, durante el Protectorado, y
que habla de esa época con nostalgia. A su edad, ha cumplido
más años que yo, lo ve todo desde un punto de vista sereno.
Máxime cuando está convencido de que cualquier capricho
azaroso puede ocasionarle una avería irremediable en la caja
de cambios y... a otra cosa, mariposa. Se confiesa católico,
no meapilas; y declara ser de una derecha civilizada, atento
en todo momento a oír las ideas de otros, siempre y cuando
no lleven marchamo de intransigencia.
Se ufana en destacar las buenas maneras que luce el
presidente de la Ciudad. De quien tiene un concepto
extraordinario. Por la moderación con que suele emplearse.
En cambio, si se le menciona el nombra de Aznar se
aprecia en él una rápida excitación. Más bien una pérdida
momentánea de ese equilibrio en alguien que ha conseguido
que sus palabras no broten apasionadas y en tropel.
-Mire usted, De la Torre, el señor Aznar tiró por la
borda, en su segundo mandato, todo lo que de bueno pudo
haber hecho en el primero. Y por sus varios y graves
errores, derivados de su soberbia y de creerse que era un
grande de España, hizo posible que el PP perdiera las
elecciones.
-Me sorprende. Lejos de mí estaba el pensar que usted,
votante del PP, según me dijo en su día, le achacara la
derrota de su partido al líder idolatrado por una gran
mayoría de la derecha.
-Pues ya está enterado de lo que opino al respecto. Y le
diré más: JMA es el culpable de que José Luis Rodríguez
Zapatero esté gobernando con los desaciertos ya
conocidos. Y cuyas consecuencias son fatales para la
convivencia en España.
-Por favor, ¿se puede explicar?
-JMA pasó de ser un político moderado, tal vez por
conveniencia, en vista de que necesitaba los votos de los
nacionalismos aburguesados, a convertirse en un tipo hosco,
bravucón y entregado por completo a la política de Bush,
en cuanto consiguió una mayoría absoluta. Lo cual, unido a
lo mal que gestionó el atentado del 11-M, levantó un clamor
de protestas en contra de él.
-Tales yerros fueron bien aprovechados por los socialistas,
¿verdad?
-Sí. Pero ello no exime de ninguna culpa a Aznar. Quien, por
cierto, permítame recordarle que ya había cometido dos
disparates dañinos para el partido y para España: dejar
invalidados a dos extraordinarios políticos, a fin de poner
a su protegido Mariano Rajoy, en el sitio al cual
aspiraban Rodrigo Rato y Francisco Álvarez Casco.
-A lo mejor, mire usted, es porque ambos habían dado
muestras evidentes de ser personas capaces de perderse por
la bragueta.
- Bien podría decirle que peca de frivolidad. Pero, en este
caso, apunta usted en la dirección oportuna. Está claro que
en esa decisión tuvieron que ver personajes de la España
integral. Nostálgicos de un franquismo que siguen mirando al
Vaticano.
-De acuerdo, pero todo ello qué relación guarda con el
momento que estamos viviendo con ZP.
-Una y fundamental. La derecha casposa, la que nunca ha
cejado en su empeño de volver a las andadas, ha visto la
ocasión que ni pintiparada para sumarse al único proyecto
con que cuenta Rajoy para recuperar el Gobierno.
-Cuál es?
- Las conversaciones con ETA, Chaos y Navarra. Y así,
entre ZP y Rajoy están construyendo el edificio de las dos
España cainitas y enfrentadas a muerte. De este edificio, la
primera piedra fue colocada por José María Aznar.
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