Volver con la frente marchita,
veinte años no son nada y menos que van a ser como la
medicina siga avanzando de la forma que lo está haciendo.
Que se va uno unos días y le ponen, en menos que se dice
amén, como nuevo. Total, repaso general y a seguir pegándole
a las teclas de este bicho insoportable que es el ordenador.
Oiga, amigo guardia, no es por tirarme ningún farol pero
vengo con las pilas cargadas y el cuerpo pidiéndome guerra
no, por supuesto, la de Irak que todo quisqui está contra
ella incluidos los del cartelito que, por cierto no se han
puesto ninguno contra la de Afganistán. Quizás, no lo sé con
seguridad, porque por aquello lares no tiran bombas, tiran
peladillas que se quiera o no es algo mucho más dulce.
Manda…el asunto.
En fin, para no cansar al personal, que debe de estar
agotado con tantas salidas a las calles con sus pancartas
correspondientes. Día si, día no y el de en medio también,
todo bicho viviente que se lanza al asalto de las calles de
nuestra España para gritar contra unos o contra otros.
La última de la que he tenido noticias, aparte de la que han
ido los del cartelito, ha sido la de Navarra que quiere
seguir siendo Navarra sin tener nada que ver con las
Vascongadas. Y la verdad, qué quieren qué les diga, llevan
toda la razón del mundo en querer seguir siendo Navarra sin
tener nada que ver, por mucho que se empeñe Otegui y
comparsa en todo lo contrario.
Y llevan toda la razón del mundo mundial, digan lo que digan
los jóvenes y las jóvenas porque, sin discusión alguna,
Navarra si fue un reino y las Vascongadas jamás fueron un
país. Por eso pienso, perdón por pensar que, eso de pensar,
cada día encuentra una mayor dificultad en este fernosos
país aún llamado España que, puestos a anexionarse, debería
ser el reino de Navarra el que se anexionara las
Vascongadas. Las cosas claras y el chocolate espeso.
Aunque, la verdad sea dicha, eso de las cosas claras no sé
por qué lo digo porque, cada día, en éste fermosos país de
nuestras culpas, las cosas son menos claras y, en pocas
palabras, aquí como decía mi amigo el gitano Juan no hay un
dios que se aclare.
Menos mal que mayo por era por mayo, cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan y están los campos en flor. Y a
ver si con la llegada de mayo y con ello las elecciones
municipales a ver si nos aclaramos algo y podemos sacar
algunas conclusiones. Porque se deshojará la margarita, esa
que los chavales iban quitando su hojitas preguntado ¿me
quiere, no me quiere?. Aquí, en esas elecciones municipales,
no se hará esa pregunta. La pregunta que se hará es, ¿se
presentarán o no se presentarán a las elecciones? La
contestación a la pregunta, en pocas fechas. Y según la
contestación sea afirmativa o negativa, seguro que nos
iremos aclarando. No mucho, pero si algo. Las cosas como
son.
Mientras nos dedicaremos a escuchar lo que se dicen los uno
a los otros, porque se van a decir cosas para dar y
repartir. Ni te cuento, serrana del alma, la de cositas que
vamos a escuchar por parte y parte. Aquí, o mucho nos
equivocamos o no se va a dejar títeres con cabeza.
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