La aspiración de superar los
condicionamientos existentes y alcanzar unos niveles de
ocupación y renta iguales a los del resto de España es,
además de justa y legítima, viable y realizable.
De este modo tan optimista y creyendo a pies juntillas en lo
dicho, el presidente de la Ciudad Autónoma expuso en
‘Ciomijas’ las benevolencias de Ceuta para erigirse en un
punto atractivo para la inversión en cualquier sector dado,
principalmente, por sus beneficios fiscales inherentes por
su condición de extrapeninsular, protegida por la UE y lugar
geográfico privilegiado al encontrarse en la confluencia de
uno de los tráficos marítimos más importantes del mundo.
Las potencialidades de Ceuta como lugar destinado para la
inversión son realmente altas. No ya como puerta de Europa
en Africa con todo lo que ello supone, sino además por sus
capacidades y características que les son propias.
La Ciudad Autónoma cuenta con potencialidad en el sector
secundario con la manufactura acogido a las Reglas de
Origen, incluso en el primario si se manejan bien los
recursos marinos que los hay casi vírgenes, pero sin duda la
gran inversión puede centrarse en el sector terciario. En el
bien entendido como favorecedor y dinamizador de la economía
ceutí y su desarrollo en el sector turístico, la gran
apuesta de futuro.
Pero sin duda, es necesario aumentar el PIB de Ceuta
relacionado con otros sectores además del terciario que es
el de mayor presencia. Las plusvalías añadidas que
acarrearía la ubicación de industrias basadas en los
recursos naturales no son nada desdeñables. Bajar la tasa de
paro, aumentar de este modo la economía familiar de sectores
sociales desfavorecidos con mano de obra no cualificada, es
también una inversión en sí misma por la que la Ciudad
Autónoma debe también mirar.
Claro que hay que incentivar la inversión en Ceuta, provenga
de donde provenga y, sobre todo, es deber del Ejecutivo
facilitar siempre el camino a los inversionistas sean del
sector que sean.
Y en eso se está.
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