Con Jenaro García-Arreciado
he cruzado yo, en tres ocasiones, algunas palabras. La
primera, cuando, recién accedido al cargo, visitó las
instalaciones de este periódico; la segunda, fue en la Feria
Internacional de Turismo; y la tercera, conversaba yo con
Pepe Torrado, en plena calle, y el delegado
del Gobierno creyó conveniente pararse con nosotros cuando
caminaba hacia el Ayuntamiento.
Ni siquiera he tenido la oportunidad de entrevistarle. Y ha
sido porque uno hace tiempo que dejó de trabajar ese género
periodístico, que algunos consideran pequeño por el mero
hecho de que lo hacen muy mal. Por lo tanto, he ahí una
ocasión perdida para haber sabido algo más del actual
delegado del Gobierno.
De cualquier manera, sería absurdo negar que he seguido sus
actuaciones y, desde luego, he podido comprobar que Jenaro
García-Arreciado no es de los que dan la callada por
respuesta cuando tratan de acosarlo por nada y menos. Sino
que entonces, a la cuarta vuelta de manivela, surge con las
del Beri y se pone a repartir leña a todo lo que se mueve.
Y ese “pronto parao” de político tan experto, lo transforma
en alguien que en ciertas provincias andaluzas se califica
como persona que tiene tripas por estrenar. Es decir, que no
se para en barras a la hora de repartir estopa. De forma,
que bien podría Francisco Antonio González, quien
parece haber registrado el cuento del alfajor como algo
suyo, dejar de tocarle los cataplines a quien, más pronto
que tarde, puede decidirse por colocarle tres pares de
banderillas de fuego, en sitio adecuado.
Uno entiende que los políticos usen la mentira como arma
principal para agraviar a los adversarios y alegrarle la
vida a los propios. Pero los mentirosos han de estar en
posesión de una inteligencia más que aceptable. Y el
diputado del PP, por más que se esfuerce, no es más que un
vocero estrecho de mente, envuelto en papel de celofán. De
no ser así, jamás se hubiera atrevido a denunciar que
miembros del partido socialista se reúnen con Jenaro García-
Arreciado en la Delegación del Gobierno.
Parece mentira que FAG, que está comiendo de la política
desde que vestía pantalón corto, se haya olvidado de cómo en
su partido, al igual que en PSOE de Ceuta, los hay que han
visitado muchas veces al ministro encargado de elegir al
delegado del Gobierno de Ceuta, para que éste se decidiera
por uno hecho a la medida de sus conveniencias locales. De
las del partido. Claro es.
Incluso convendría recordarle al diputado que Luis
Vicente Moro, durante su etapa cual inquilino en la
plaza de los Reyes, era el encargado de poner orden en un PP
cuyos dirigentes habían visto con satisfacción de qué manera
el GIL arrasaba en las urnas. De ahí la tirria que muchos de
ustedes, diputado desmemoriado, le tenían al asturiano. ¿O
acaso no fue en la delegación del Gobierno donde se fraguó
la reconquista del Gobierno perdido en su día?
Luego, en vista de que carece de argumentos para arremeter
contra Jenaro García-Arreciado, airea usted que éste pasa
muchos fines de semana en Huelva. Porque no ha sido capaz de
residir aquí con su familia. A mí me parece que esa denuncia
en los periódicos es propia más bien de un tonto con muchas
horas de ejercicio. Por no tacharla de otra cosa. A
propósito de ese interés suyo porque el delegado del
Gobierno no viaje a su tierra los fines de semana que crea
convenientes y posibles, le diré lo siguiente: prefiero esa
situación a que haya un delegado del Gobierno que beba
escocés desde que se levanta hasta que se acuesta y encima
se deje hurgar en los cajones, mientras es sometido a
terapia de sexo, y le birlan informes reservados. ¿Lo
entiende o se lo explico mejor?
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