He leído en algún lugar algo tan
evidente como que, los ciudadanos, estamos hartos de las
escaramuzas entre políticos, mientras nos agobian los
problemas y vivimos perennemente arruinados por la usura
bancaria. ¿Qué dicen? ¿Qué si voy en plan
caudillista-indigenista y suspiro por la nacionalización de
la banca privada? Pues sí. Llámenme si quieren Evo Morales,
peores cosas me han llamado en e mails y he sobrevivido,
pero contar con una Banca Nacional que no arruinara a las
criaturas con intereses abusivos sino que fuera un auténtico
servicio público, nos haría a todos más felices, menos a los
tiburones de la banca, por supuesto.
¿Qué eso es puro populismo? Sí. Del bueno. La grandes
ideologías, en plan intelectual y filosófico, son buenas
para consumir en negro sobre blanco y letra redondilla,
pero, de ideologías no se come, ni se pagan letras, ni se
apenca con ese tipo de reunificación de deudas que está tan
de moda y que consiste en arruinar al endeudado con
intereses más atroces aún, por parte de los buitres
financieros, ni se garantiza la seguridad ciudadana y se
defiende la identidad nacional. Sí, eso he dicho
I-d-e-n-t-i-d-a-d N-a-c-i-o-n-a-l ¿A que suena a andar por
el filo de la navaja en la moralina de la corrección
política? Identidad Nacional. El eje de la campaña electoral
de ese inmenso lider europeo que es Nicolás Sarkozy, el
exponente de una derecha francesa que reclama su derecho a
sentirse orgullosos de Francia y a defender sus valores y su
cultura occidental ante los embates de un falso nihilismo
progresista que considera “excluyente” sentirnos orgullosos
y reivindicar nuestros orígenes. Sarkozy habla de disciplina
y respeto y de la necesidad de un “jefe” y los franceses
deliran, clama invocando a Juana de Arco y la Francia de las
catedrales y la gente se conmueve hasta las lágrimas.
Populismo duro y puro, puro y duro en una Francia que tuvo
“la grandeur” y que ahora, francamente, sobrevive que no
otra cosa.
¿Qué les gustaría una campaña dialécticamente como la
gabacha para disipar el escepticismo? Y a servidora que
sigue, admira y bebe de cada idea del lider francés y le
considera la gran esperanza de una Europa sin complejos, que
no tiene por que estar eternamente pidiendo perdón ni
abaratando sus valores y su pasado. Hay escepticismo porque
carecemos de entusiasmo, de cuando en cuando una
manifestación reivindicativa, pero nos faltan politólogos,
filósofos e ideólogos, intelectuales como los galos y nos
sobra el artisteo marginal que se apunta a manifestaciones
contra la “invasión” de Irak cuando lo que hay en ese
desdichado país es una guerra civil entre ellos mismos en la
que, por supuesto opino, que los occidentales no pintamos
nada y que no merece la pena gastar más vidas, tiempo y
dinero, en un conflicto entre suníes y chiíes que son
incapaces de convivir. Lo mejor tres estados independientes,
kurdos, suníes y chiíes. La guerra de Irak no es nuestra
guerra. Así como los europeos no tienen ningún tipo de
obligación moral de empobrecerse para costear a los
palestinos, cuando están los supermillonarios estados árabes
del petroleo, que si tienen la obligación de hacerlo.
Escepticismo ante las políticas irreales. Nos toca más la
antigua Yugoslavia, europea como nosotros, Serbia y Croacia,
nuestros Balcanes, cuna de la civilización occidental, que
entrar en conflictos ajenos y en problemas que, realmente,
no nos atañen. A no ser que existiera una reciprocidad total
y fueran los monarcas árabes del petroleo quienes inyectaran
petrodólares en los países occidentales aspirantes a la UE.
Usura, empobrecimiento, derroche, irrealidad, buenismo
ridículo, redentorismo compulsivo y esa falta de
reciprocidad que deriva inevitablemente en mamoneo. ¿Cómo no
vamos a ser escépticos?
|