El Gobierno central activó el
nivel de alerta 2 con motivo de los inicios del juicio
contra los presuntos implicados en los atentados del 11 de
marzo en Madrid, que además casi coincidía con el tercer
aniversario de la denominada ‘matanza’ de Atocha que ha sido
atribuida, salvo demostración ulterior contraria, al
integrismo radical islamista con fuertes conexiones en
Marruecos y con lazos comunes a los atentados de Casablanca
y ¿por qué no? -está por demostrar- con alguna vinculación,
por escasa que esta haya sido, con el entorno de ETA; los
vínculos del entorno etarra con el mundo musulmán no son
novedosos (Argelia, Marruecos -en Xauen muchos chapurrean el
euskera-...)
Pero volviendo al asunto de actualidad, las Fuerzas y
Cuerpos de Seguridad del Estado cumplen desde las últimas
semanas con una función muy concreta destinada a la
Seguridad Nacional. Semanas después es evidente que el
número de agentes destinados no sólo en Ceuta, sino también
en Melilla para cumplir con los objetivos, son escasos.
Parece ser que el Ministerio del Interior podría haberse
dado cuenta de esta falta de efectivos que puedan mantener
un nivel de vigilancia y alerta adecuado a lo que nos
estamos jugando. Y, pese a que la plantilla actual de
Guardias Civiles y Policías Nacionales cumple con
profesionalidad exquisita, el seguimiento de 24 horas cada
día, cada semana... empieza a pasar factura. Es mucho el
trabajo y de altísima responsabilidad como para que el
Estado quiera ahorrarse cinco, diez, veinte o treinta
plazas, las que hagan falta, para el cumplimiento al cien
por cien del rendimiento de esta tarea tan importante cual
es hacer frente a la amenaza terrorista de corte islamista.
El que los agentes marroquíes de paisano actúen en Ceuta no
es malo si el propósito es acabar con los reductos
radicales, pero España tendría que tener suficientes
elementos como para que, de ser así que los agentes
marroquíes entren en Ceuta, lo hagan acompañados de los
nuestros y no, como parece, por libre.
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