Fue hace nada que, por casualidad,
me vi pegando la hebra con un señor de la derecha
civilizada. Que la hay en la misma medida que la izquierda
cuenta con un personal cuya moderación debe ser destacada.
Es persona culta, agradable, y con conocimientos suficientes
de la política y de cuanto acontece en las sentinas de ésta.
Tras haber conversado sobre varios asuntos, salió a relucir
la prensa de Ceuta. Y, concretamente, la referida a los
periódicos de papel. Debido a que me había preguntado por el
año en que fue nacido este medio. Debo aclarar que mi
interlocutor ha vivido la ciudad durante etapas y no se
acordaba de semejante hecho. Es más, confieso que tuve que
leer la cabecera del ejemplar que llevaba para cerciorarme
de que se había producido en el año de 1995. Con lo cual ha
cumplido doce años. Ya ha llovido desde que me fue encargado
que escribiera un artículo sobre la fundación de El
Pueblo de Ceuta.
A partir de ese momento, los comentarios giraron en torno a
otro periódico: El Periódico de Ceuta. De cuya vida
ajetreada me dijo que estaba enterado. Y empezó a contarme
por encima algunos detalles. Destinados, sin duda, a tirarme
de la lengua. Puesto que se le notaba mucho que él estaba al
tanto de que uno había escrito en ese medio. Y yo, que las
suelo coger al vuelo, ningún inconveniente tuve en darle un
somero repaso a la vida de un periódico que se vio
perseguido con saña y cerrado violentamente por quienes
entonces mandaban en el Ayuntamiento.
Sucedió que en la plaza de los Reyes había un delegado del
Gobierno socialista: Pedro González Márquez. Mientras
en la otra plaza, la de África, mandaba el alcalde
Francisco Fraiz. El primero se hizo pronto con las
riendas de El Periódico de Ceuta. Del cual era
testaferro Félix Muñoz Yepes. Y el segundo, coligado
con un partido localista, se sabía protegido por el decano.
A Félix Muñoz trataré de describirtelo con este trazo
anecdótico: se comía los dulces por docenas y las coca-cola
por cajas. Más que comer devoraba. Era un auténtico
heliogábalo. Un personaje de comedia; pero cuando se lo
proponía podía darle coba al mismísimo presidente del Banco
de España.
Un día, y aunque es historieta ya relatada, el testaferro
llamó a su despacho al director a y mí. Por delante tenía un
caja de dulces y varias botellas de su bebida preferida. De
pronto, se le ocurrió en mala hora para él, invitarnos a
participar de su festín. Y digo en mala hora, porque el
director, en ese momento, lo dejó sin su pitanza. Nunca he
olvidado el rostro demudado de Félix mientras observaba cómo
el fulano, sin atender a su cháchara, se iba zampando los
pasteles.
Reflejado el ambiente, te diré que el director respiraba
socialismo por todos los poros. Jamás hubiera pensado yo que
un Aznar podría defender a ultranza las directrices
que marcaba el partido socialista. Cualquiera se atrevía a
decir que las huestes de Guerra cometían desatinos.
Con un director así y un editor obsesionado con los dulces
del Vicentino, el periódico era presa fácil del alcalde y de
su socio político. Así que ambos decidieron enviarnos a sus
policías y éstos consiguieron precintar la nave donde se
daban cita la redacción y el taller. El cierre de El
Periódico de Ceuta fue un claro mensaje: que nadie se
atreva a venir a esta ciudad con deseos de hacernos la
competencia. Hasta que surgió alguien, con los adminículos
bien puestos, y se hizo tirabuzones con la amenaza. De ahí
que El Pueblo de Ceuta sea una realidad
incuestionable.
-Lo que no entiendo es a qué viene lo del nuevo periódico.
Vaya, hombre. Y eso que eres de derecha y militante
destacado del PP. Pues bien: el nuevo periódico es de tu
cuerda. Y además tiene truco. “Sigo estando in albis.” Mejor
que te hagas el lila...
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