Como se enfatiza hoy en el
Editorial de este medio, ni a un lado ni al otro de El
Tarajal podemos seguir por más tiempo como las
avestruces, metiendo la cabeza bajo el ala. Porque en
Ceuta, ciudad querida, también ha anidado el
huevo de la serpiente, torpe e inconscientemente
incubado a veces con prebendas y canonjías por parte de
algunas desnortadas autoridades (¿es que nadie las
informa?) tanto locales (de aquí) como de rango nacional
(en Madrid, frente a la Ciudad Universitaria
por más señas). La ecuación para mí es tan clara como el
agua de las winas: la islamización no presupone
terrorismo, pero el terrorismo de matriz salafista
yihadista deriva de una labor previa de islamización.
¿Y dónde podemos, ideológicamente, anclar ésta?. Hay
dos grandes árboles islamistas, de los que citaré tan
solo dos ramas organizativas y sobre las que un día
debería explayarme:
1. Los Hermanos Musulmanes, fundados en Egipto
en 1928 por Hassán El Banna (uno de cuyos nietos es,
precisamente, el cerebral, espeso y mediático
Tarik Ramadán).
2. La Jamaat Tabligh, movimiento con particular celo
misionero fundado a finales de los años veinte en la
India.
Y matizo: sería un error (táctico e ideológico)
confundir estos movimientos de renovación islamica
con el terrorismo, si bien una gran parte de los terroristas
han pasado, previamente, por sus filas. También -y
dentro del sector mayoritario y ortodoxo del Islam,
el Sunnismo- nos encontramos con dos corrientes que,
interpretadas de forma reduccionista y sectaria,
(lamentablemente a veces nada díficil) podrían abocar al
terrorismo: el wahabismo (apoyado en la rigorista
escuela jurídica hambalí) y la salafiya. Esto sin
hablar del Shiísmo, que también tiene sus propias
corrientes por no mentar la bicha del recurrente
asunto de Al Andalus, en el que es preciso
distinguir tres sectores: el reencuentro histórico con
España al modo del sefardismo, la recuperación
intelectual y religiosa (común en el mundo converso)
y la reconquista armada inspirada en las proclamas de Al-Qaïda.
Otra cosa, naturalmente, es la marroquinización en
ciernes de Ceuta, pero eso sí que es un problema de
diferente rango con su propio valor añadido: el sector
pro marroquí de la Ciudad es pro Majzén
(sunní malikí), apoya a Mohamed VI y, por tanto,
repudia y combate al terrorismo de matriz islamista.
El razonamiento es elemental pero de peso. No confundamos
churras con merinas, aunque ambas sean ovejas.
En este complicado contexto es en el que hay que
enmarcar, la semana que viene, la prevista entrada en
Ceuta de la cadena televisiva qatarí Al Yazzira
(que, por cierto, ya anduvo de exploración grabando de
incógnito hace unos días), para filmar largo y tendido.
Me he llevado un buen susto con la lista de los
entrevistados que ya habrían dado el visto bueno, pues
está de lo más florido de la ciudad, primerísimas espadas
del campo político... a excepción del Presidente Vivas,
con el que la cadena no va escatimar esfuerzos para lograr
sacar en las ondas y que, más que nunca, va a tener que
andar muy vivo..... y bien aconsejado. Con cabeza y
coraje.
Ya les iré contando pues para mí que la visita de Al
Yazzira tiene, ésta vez, el visto bueno y con talante
de la mismísima Moncloa.
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