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OPINIÓN - SÁBADO, 17 DE MARZO DE 2007

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

¡ Más ñoñerías !
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Lo fatal de la moral de los papafrita es que, encima de pelmazos, son unos cursis. Miserias el buenismo y del almíbar político : que son más cursis que una pringá con huevo hilado y, encima, presentan temas, no diré irrelevantes, pero sí secundarios, como de primera necesidad, en plan redentoristas y salvapatrias y parloteando con la locuacidad del que se enrolla en la picha de un chanquete. ¿Qué mascullan? ¿Qué contra qué o quienes estoy lanzando mis fulminaciones? Pues. Lógicamente, en esta España en la que, la escoria batasuna lanza pulsos y órdagos en plan “O nos presentamos a las elecciones, nos eligen y nos dan el jornal, o no hay proceso de ni carajillos al ali oli”; con nuestros ochos millones de pobres censados, más la pobreza dura importada que se nos cuela por Hendaya; con pensiones calamitosas que hacen pasar una digna y callada hambruna a nuestros pensionistas…

Entonces, va el Gobierno y publica, publicita, aprueba, jalea y presenta como logro trascendental para la sociedad la llamada Ley de Igualdad. En plan místico, ñoñito como son ellos, regalándonos a las mujeres una relevancia que nos tenemos ampliamente ganada a base de tesón y de testiculina hembra. ¿Qué nos van a ofertar? ¿Paridad en las listas electorales? ¡Que injusticia! Porque eso significaría que, si en un lugar existieran más mujeres válidas, inteligentes y preparadas que los tíos, no podrían ir todas en la candidatura sino arrinconarse para dejarle puestos al machoman. ¡Pamplinas y más pamplinas! Y además con una dialéctica demagógica, refrita y setentera del “Saca el güisky cheli, para el personal, que vamo a jasé un guateque…” y del “Libertad sin ira”. Lo que dicen en esta Ley y proclaman como originalísimo, ya lo clamábamos las universitarias en los setenta y no digamos las siguientes generaciones de mujeres puestas, cada vez más preparadas y cada vez más en plan “Si quiere un agujero, que se compre un donuts”. La igualdad impuesta me parece un correoso favor proteccionista y paternalista, que significa tener muy poco respeto a las sensibilidades femeninas.

Nosotras no necesitamos que nos lancen la liana de Tarzán, haciéndonos de pasos patéticas morisquetas de mona Chita para expresarnos “solidaridad” y simpatía, las lianas nos las trenzamos solitas a base de codos, de esfuerzo, de estudio, de preparación, de malos ratos y buenos momentos ¿Quiénes sino las propias mujeres hemos conseguido leyes como la de los malos tratos?. ¿Qué dicen? ¿Qué la Ley es correcta porque prohíbe la discriminación femenina? Bueno, si partimos de la base de que, pueden existir cabestros neandertales que releguen a las mujeres por su condición, entonces, a esos Atapuerca´s Man hay que reprogramarles, porque pertenecerían a una especie de secta de jilipollas abducidos, habitantes aislados de la realidad actual. ¿Qué si soy feminista? No, no soy nada, soy como ustedes ¿Qué como les considero? Pues no como a seres humanos en una aventura espiritual, sino como a seres espirituales en una aventura humana…

Ley de Igualdad. Vale. Art.14 de la Constitución. ¿Para cuando una Malaya en los ayuntamiento y diputaciones gobernados por el PNV? ¡Con Roca, con Julián Muñoz y con los malayos, ya podrán, esos no asesinan!. Quiero igualdad. Quiero pensiones blindadas para todos los españoles, o que, los cargos públicos, en su jubilación, cobren igual que nuestros abuelos y abuelas, eso es igualdad. Quiero para todos los mileuristas un pisito como el del principito y no treinta metros miserables. Y que, con un descenso radical de impuestos, se subvencione a las empresas para que pase a estar de moda el término tresmileurista. Quiero igualdad. Que todos vivamos como los privilegiados y si eso no es posible, que ellos, por honradez y decencia, vivan como nosotros. Las mujeres no queremos migajas de la mesa del festín de los poderosos.

Que se las metan en sus constreñidos traseros. Porque, realmente, su “igualdad” generosa, es pura ñoñería.
 

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