En Madrid, tal vez porque lleven
varias temporadas sin que los madridistas ganen nada, y del
atlético ni les cuento, los periodistas deportivos se afanan
en hacernos creer que en la capital de reino viven tres
estrellas indiscutibles del fútbol mundial. Sus nombres
gozan de todo el fervor de los cronistas de Marca y As,
sobre todo, y de todas las secciones deportivas de los
restantes medios. Y ya no digamos nada de las televisiones.
Ellos son siempre juzgados con una benevolencia rayana en el
más absurdo favoritismo que uno nunca haya visto jamás. Los
errores de tales futbolistas les son dispensados, cuando no
silenciados, aunque sean a costa de que los espectadores nos
sintamos tratados como si fuese nula nuestra capacidad de
entender lo que vemos. Y, desde luego, no hace falta decir
de qué manera realzan sus aciertos. Verdad es que narradores
y glosadores consiguen hacer proselitismo exitoso de sus
ídolos, debido a que existen innumerables oyentes siempre
predispuestos a creer lo que les cuentan y nunca lo que
están viendo. Con lo cual la partida está perdida de
antemano por las minorías que más que perplejidad lo que
sentimos es vergüenza ajena por lo que oímos y leemos.
Guti, El Niño Torres y Casillas forman el trío de la
fortuna. Ellos son quienes disfrutan de una protección
periodística que los mantiene en el pináculo de la fama. Son
los niños bonitos de este deporte. Los intocables. Tres
monerías madrileñas. Tres tarros de esencias castizas de una
capital cuyos equipos no se comen un rosco desde hace ya una
eternidad.
Del primero, a sus 30 años, se le tiene aún como el
abanderado de su equipo y promesa del fútbol español. Lo
malo es que lleva en el club desde chaval y todavía no se le
recuerda una temporada donde haya sido capaz de jugar bien
tres partidos seguidos. Sin embargo, los críticos salen del
paso con algo tan manido: “Hoy, al no aparecer Guti, el
Madrid está perdido”. Algo que es mentira. Pero, de ser
cierto, cómo es posible que no se ataje ese mal. Ya que el
Madrid lleva tres años dando barquinazos.
Lleva razón Luis Aragonés cuando dice que lo único
que ha hecho Guti, esta temporada, es jugar bien medio
tiempo en Munich y todo el partido de Barcelona. Pero se le
ha escapado al seleccionador pedir que se escudriñe el vídeo
del partido contra el equipo azulgrana para comprobar cómo
Guti se desentiende de su labor de cierre por la izquierda y
consigue que Messi le haga a Torres, el
defensa del Madrid, el teléfono (A propósito: ¿cuándo se
dará cuenta Capello que si sigue alineando a Torres
en la izquierda, acabará por hundirlo en la miseria?).
En cuanto al Niño Torres, el artista del Manzanares, día
llegará en el cual se haga hombre y pueda ser objeto de
alguna crítica negativa. Porque la criatura parecer ser que
todavía está en período de protección no vaya a ser que se
malogre alguien cuya única hazaña consiste, de momento, en
lucir buenas maneras en el Nou Camp. Acompañadas, en
ocasiones, de algunos destellos de niño prodigio con los
adminículos ya negros.
En relación con el tercero, protagonista del cuento mejor
contado en cuestiones futbolísticas, qué razones hay para no
comparar sus aciertos con sus desaciertos, ahora que la
tecnología permite hacer malabares en todos los sentidos. Y
así poder acceder todos los aficionados a sus virtudes y
defectos. Sería conveniente lucir vídeos para ver sus saques
de puerta y comprobar qué sucede. Sería conveniente observar
su colocación en los córners y en los balones procedentes de
los costados. Y sería conveniente que viésemos qué hizo en
el segundo gol del Barcelona. Pues una de sus continuas
majaderías. Aunque en esa ocasión, hasta Guti lo tachó de
tonto.
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